La Voz de Galicia

Raposo por liebre

Opinión

Xosé Ameixeiras

04 Aug 2024. Actualizado a las 05:00 h.

Un cazador al que conocí ya muy mayor invitó una vez a sus colegas de monterías a una lebrada. Él ponía las piezas, y los otros pagaban aderezo y bebidas. Cuando ya estaban sobradamente comidos y bebidos, y tras contar mil y una aventuras y sus mentiras añadidas, les preguntó si les habían gustado las viandas. La aprobación y la satisfacción fueron universales. Entonces, convencido del éxito de su idea, les reveló que, en realidad, lo que habían degustado era un raposo, que la habilidad de la cocinera logró disfrazar con sus adobos. La reacción, animada por la abundante ingesta etílica, fue poco amistosa y lo que empezó como una fiesta de camaradería estuvo a punto de acabar en tragedia. De tener allí alguno sus escopetas, lo habrían acribillado a tiros. Fueron necesarios varios vecinos para poner paz y evitar que las agresiones acabasen en sangre. Ya de madrugada, cada uno acabó yéndose a su casa. La luz del nuevo día aclaró mentes y rencores y los hechos, con el tiempo, devinieron en una anécdota más del célebre gato por liebre, raposo en este caso. No sería el primero ni el último. Es conocido el escandaloso amaño en la compra de buques rusos en 1818 para lanzarlos a apagar el incendio independentista americano. Antonio de Ugarte, secretario de Fernando VII, y otros, compraron cinco navíos y seis fragatas por una millonada de rublos. Dos de los buques los convirtieron en leña de inmediato. Los otros apenas flotaron un año y el que más duró no llegó al lustro. La operación se abortó y, visto lo que deparó la historia, igual fue mejor así y se evitó un baño de sangre. No sé por qué la liorta del pacto catalán me recuerda todo esto.

 


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