Clemencia
Opinión
21 Sep 2024. Actualizado a las 05:00 h.
¡Ay las cosas de las que presumimos! Con frecuencia dicen mucho de qué somos y de qué no somos, de qué tenemos y de qué nos falta. «Dime de qué presumes y te diré de qué careces», reza el dicho en una de sus variantes. Presume Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, de que Edmundo González, líder opositor, le ha pedido clemencia. Es posible que el mandatario caribeño no sepa muy bien qué significa clemencia. Pero para que alguien pida clemencia a la autoridad es necesario que la justicia le haya condenado por alguna culpa o que la autoridad sea cruel, arbitraria, injusta o inclemente.
En el caso de Edmundo González, no se da la primera condición, que yo sepa: no ha sido condenado por ningún delito y, por tanto, no debería verse obligado a pedir clemencia. A no ser que se consideren delitos latae sententiae, como la excomunión automática, presentarse a las elecciones, ganarlas o decir que las has ganado y mostrar, además, las actas que el presidente Maduro se niega a ofrecer.
Si alguien califica como delictivas las actividades normales e imprescindibles en cualquier democracia, se está considerando también como alguien contrario a ese régimen político o, al menos, se sitúa fuera de él. Si Maduro presume de que le han pedido clemencia por delitos que nunca pueden ser tales en democracia, está presumiendo a la vez de su talante autoritario, dictatorial. Y me parece bien que proceda así, porque nadie duda de que ese talante le define, por mucho que cierta izquierda, no toda, intente justificarlo.
Se trata de esa misma izquierda que tacha de antidemocráticos y fachas a los demás con una facilidad espantosa, sin conceder siquiera la gracia de una bochornosa clemencia bolivariana.