La Voz de Galicia

Andrés Iniesta, el antidivo

Opinión

Paulo Alonso

02 Oct 2024. Actualizado a las 10:51 h.

Andrés Iniesta, el antidivo, no se irá nunca, aunque se retira. Porque el fútbol tiene mil estrellas, pero ninguna como él. Por lo que fue y por lo que prefirió no ser. Genial con la pelota y por lo que regateó al negocio. Por lo que jugó y por lo que iluminó a los demás. Por los goles que no quiso marcar, porque siempre prefirió regalarlos. Por convertir en ganadora a una selección fatalista y por quitarle el victimismo al Barcelona. Por moverse por el campo como un mago, provocando estampidas moviéndose como de puntillas. Por no tener un puesto exacto sobre el campo y dominar todos los de ataque.

 

Iniesta, que nació en un pueblo de La Mancha, dejó Fuentealbilla pero nunca perdió la autenticidad de un chaval de aldea. El hijo del paleta se fue a los 12 años a la Masía para no dejar de parecer nunca un niño. Menudo pero poderoso gracias a una visión panorámica del campo, y alérgico a escándalos y modernidades, se acordó siempre de los suyos. Por eso cuando marcó el gol que hizo a España campeona del Mundo en Sudáfrica tenía preparada una camiseta para recordar a su amigo Dani Jarque, muerto el año anterior. Tan especial que no ganó el Balón de Oro siendo el mejor de ese año. El pueblo lo resarció. Aquellos meses después del Mundial de Sudáfrica le tocó recibir, en cada campo que visitaba, el homenaje de cada afición puesta en pie cada vez que lo sustituían. Un ritual cosido a los códigos del fútbol, sin fuegos artificiales ni sobreactuaciones. Como el propio Iniesta.

Tan ingenuo, que no pudo ni anunciar su retirada, que le birló ayer el digital Relevo. Sencillo, educado, prudente, deportivo. Se marchó del Barcelona antes de que nadie notase que llegaba un instante tarde a la pelota. Fue también tan corriente que hasta resbaló para no parecer perfecto. Como cuando por dinero se marchó a jugar al fútbol a los Emiratos Árabes en estadios medio vacíos. ¿También tú, Andrés? Nadie pudo reprochárselo porque Iniesta nunca habló desde un púlpito ni pretendió dar lecciones de vida a nadie. Solo quería jugar al fútbol. A su manera. Y marcharse sin hacer mucho ruido. El antidivo.

 


Comentar