Malditos suicidios
Opinión
02 Nov 2024. Actualizado a las 05:00 h.
Lugo es la provincia de España en la que más personas se suicidan. Lo saben bien, especialmente estos días, en la comarca de Os Ancares. Son muchos los que transitan por los alrededores del maldito puente de Cruzul. Hace varios días una mujer sobrevivió, con mucha ayuda, a esa caída de 50 metros. Falleció poco después en el hospital.
Los suicidios son un tema incómodo, pero los medios tenemos un deber: contribuir a la prevención. Es un problema de salud gravísimo y los médicos llevan años insistiendo en la necesidad de que públicamente se hable de ello. El efecto llamada no existe, y lo confirman numerosos estudios publicados en los últimos años. Solo hablando, escribiendo y leyendo se puede contribuir a esa prevención, que permitiría detectar más señales de alarma y, sobre todo, acompañar a los cientos de personas que piensan en quitarse la vida a diario.
Desconozco si ocurre lo mismo en otras ciudades, pero en nuestra redacción de Lugo es habitual que, cada pocos días o semanas, nos llegue un aviso de que alguien se ha precipitado desde un piso de la ciudad y ha fallecido tras el impacto. Esto no quiere decir que nos hayamos acostumbrados a oírlo o escribirlo. Ni mucho menos. Pero sí que convivimos con los suicidios y muchas veces se producen a pocos metros de nuestras casas.
También reflexionamos muchas veces sobre el dolor emocional que sufren las víctimas y sus familias. Mencionamos términos como la incomprensión, la soledad o el dolor. Parece que solo si esta lacra nos ha tocado demasiado cerca sabemos lo difícil que es la recuperación, en el caso de llegar a producirse.
Y parece mentira que en la década de la salud mental sigamos fallándoles a todas esas personas que deciden acabar con su vida. El año pasado, en Lugo, fueron 52. Ninguna estaba loca, ni quería llamar la atención, ni todos esos tópicos que solo causan más y más dolor. Las enfermedades mentales son silenciosas y empeoran a diario, pero muchas veces es demasiado tarde.