Los políticos son como Miguel Bosé

Que a Miguel Bosé se le ha ido la olla lo sabemos. Niega el covid, ahora el cambio climático y puede negar en cualquier momento la violencia machista. Nos alarma, nos extraña, nos sorprende. Pero es exactamente lo mismo que hacen muchos de los políticos que nos representan en el Congreso, incluso muchos a los que hemos votado, que nos terminan agitando el corazón cuando se quitan la careta. Por eso, después de exponernos al sufrimiento de las imágenes devastadoras, insoportables, de la tragedia de Valencia, revuelve las tripas ver quién es el primer político que se quiere poner la medalla, el primero que posa para la foto, el primero que se calza las katiuskas para pisar el barro. Porque se han creado (y creído) tanto su personaje, exactamente igual que Miguel Bosé, que espantan. Espanta que digan cada día la frase vacía de que hay que «depurar responsabilidades» como una muletilla de su verborrea polisílaba que no son capaces de traducir en hechos. Son palabras huecas que salen de la boca de personajes que se pasan las horas teatralizando. Errejón no es el único que vivía confundido. Solo hay que seguirlos, ver cómo actúan, cómo posan, cómo engañan. Si alguno fuera de verdad una persona responsable, un político digno, habría ya dimitido por no avisar a tiempo del desastre y estaría tirándose de los pelos llorando a sus muertos. Pero ninguno es culpable. Niegan, como Bosé, la realidad.