La Voz de Galicia

Conflicto Israel-Palestina: utopía o realidad

Opinión

José Chaín Especialista en inteligencia militar

06 Dec 2024. Actualizado a las 05:00 h.

Utopía (RAE): plan, proyecto, doctrina o sistema ideales que parecen de muy difícil realización.

El conflicto de Israel con Palestina, además de ser una catástrofe humanitaria, es una catástrofe y desprestigio de las instituciones internacionales. Declaraciones y llamamientos de la ONU y la UE, hojas de ruta, iniciativas de paz y el respeto al derecho internacional han sido incapaces de influir con cualquier medida que acerque la paz, a no ser algún retórico documento diplomático sin contenido efectivo ni carácter jurídico vinculante; pero siempre con el deseo de «la solución de dos Estados» conviviendo, con fronteras reconocidas y seguras, lo que demuestra que seguimos en la utopía para alcanzar un acuerdo de paz.

Para ello, los contendientes deberían poner fin a la violencia y respetar un alto el fuego. Israel, cumpliendo normas internacionales, desmantelaría asentamientos, devolvería territorios y reconocería el derecho del pueblo palestino; el Estado Palestino corregiría su déficit democrático, controlaría los grupos radicales, renegaría del terrorismo y de Irán, para recuperar el control territorial; Estados Unidos, Rusia, China (al menos uno de ellos), superados sus asuntos internos, deberían brindar un apoyo político y diplomático realista para el día después, con acompañamiento de la comunidad internacional a un proceso de paz real apoyado en una misión de paz de la ONU amparada en una resolución del Consejo; la UE demostraría la autonomía estratégica de su política exterior y de seguridad con un rol de centralidad en el diálogo, y, para finalizar, el entorno de los países árabes presionaría a los grupos armados y se alinearía en normalizar las relaciones con Israel, retomando la iniciativa de paz. Esto sería lo correcto y cualquier solución debería pasar porque se cumpliesen todos los condicionales que a día de hoy esa más que difícil, imposible: es una auténtica utopía.

Realidad (RAE): verdad, lo que ocurre verdaderamente.

En realpolitik, obviando ética, moral o ideología y siendo pragmáticos, el mayor acercamiento de los países árabes a Israel se produjo mediando la administración Trump, con los Acuerdos de Abraham (2020), en los que, individualmente y cada uno persiguiendo un objetivo distinto, cuatro países árabes (Emiratos, Baréin, Sudán y Marruecos) reconocían el Estado de Israel y su derecho a ejercer la soberanía en su territorio y firmaban acuerdos de normalización de relaciones diplomáticas y comerciales, pero sin contar con los palestinos. Durante ese mismo mandato republicano ya se había trasladado la embajada de Tel Aviv a Jerusalén, reconociendo esta ciudad como la capital del Estado judío. Estados Unidos abandonaba su papel de «intermediario honrado» y daba por sentado que invitar a los palestinos a los acuerdos era algo irrealizable; la paz con los palestinos o el estatus de Jerusalén arruinarían cualquier intento de acuerdo en la región.

No interesaba pacificar, con los acuerdos se buscaba beneficiar al Estado judío como la única democracia estable en Oriente Medio, recortando además el apoyo al Gobierno palestino, incluso a través de la UNRWA (Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo), sabiendo que no encontraría oposición de los países árabes (Egipto, Arabia Saudí y Emiratos) al converger sus intereses en contra de la influencia de Irán, lo que también beneficiaría como potencia regional a su otro aliado, Arabia Saudí. Uno de los posibles motivos del ataque de Hamás fue frustrar la inminente firma de Riad.

Los Acuerdos de Abraham vinieron para quedarse y siguen vigentes, incluso con acciones tan reprobables como las que hemos visto en este conflicto. Con una nueva administración Trump en puertas, sería un buen comienzo de legislatura que se ampliasen a otros países con el apoyo de Occidente, coincidiendo con un nuevo proceso de paz. Esto daría esperanzas, mostrando un camino de seguridad y cooperación para toda la región.

La voluntad de países árabes afines se deja ver en declaraciones y acciones (y también en lo contrario: silencios y consentimiento) sobre el conflicto y pensando en la reconstrucción del «día después» y los esfuerzos para resolver el conflicto a largo plazo.

Sería un gran acuerdo regional entre árabes y judíos en general, eso sí, obviando a esa pequeña parte que desde un principio ya decidieron dejar fuera con su terrorismo y apoyo iraní. En definitiva: un plan o proyecto ideales que parecen de muy difícil realización… vaya, otra vez la utopía, pero menos.


Comentar