La Voz de Galicia

Parecernos a Madrid

Opinión

Fernanda Tabarés

18 Dec 2024. Actualizado a las 10:57 h.

 

Es difícil saber si lo que dice un político le sale del alma o de su director de comunicación. Por ejemplo, hasta hace tres telexornais para Feijoo todo era «Galicia, Galicia, Galicia», una forma de decirnos que, por lo menos, el país le gustaba bastante igual que se deduciría que me gusta la verdura si ando todo el día pidiendo grelos, grelos, grelos. En plena euforia autonomista, Feijoo sucumbió incluso a un cierto vicio separatista al elegir Galicia «frente al ruido de Madrid», una semilla que había plantado hace toda una década cuando consideró Galicia una nación sin Estado en un alarde de soberanismo teórico que sus socios de Vox aún le reprochan.

Esa consideración de Galicia como un epicentro, ese sentimiento circular que transmitía el resultón Galicia elevado al cubo con el que zanjó, al borde de las lágrimas, su primer intento de instalarse en Madrid parece hoy superado. Porque al fin, en un Arredor de sí de signo contrario al que emprendió el Adrián Solovio de Otero Pedrayo, Feijoo realizó ayer desde la azotea de Génova una confesión identitaria sin fisuras, una expresión de nacionalismo rechamante, pero el objeto de ese nacionalismo no fue ahora, ¡oh!, Galicia, Galicia, Galicia, si no Madrid, Madrid, Madrid. Tanto le gusta lo que allí pasa que ahora desea «que España se parezca a Madrid» y el ruido que antes lo mantenía distante parece resultarle inspirador, tal vez porque esté en medio del estruendo.

 

En el Arredor de sí de Otero, Solovio recibe en herencia un ejemplar del mapa de Domingo Fontán en el que por primera vez se vieron los detalles y la dimensión del país, lo que lo convirtieron en un símbolo de su unidad política. Sin parecernos nada a Madrid.

 


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