Sorogoyen no filmó Casablanca
Opinión
22 Dec 2024. Actualizado a las 12:19 h.
Soy militante del cine español. Me obligo como un ejercicio de patriotismo. Tengo a mi alrededor personas que aman el cine y que no soportan las series ni las películas españolas. No es una pose. Simplemente, les sucede que, a veces, a muchos actores y actrices ni se les entienden al hablar. Tienen razón. Hay que poner mucha voluntad para seguir y ayudar a este industria nacional, por cierto, muy subvencionada. La dicción no es una de los fuertes de nuestra cantera de intérpretes. ¿Dónde quedará José Sacristán? ¿Dónde quedó Fernán Gómez? Y demasiados guiones pecan de tirar de tres ejes: el consumo de drogas o alcohol, el sexo y decir las frases del guion a gritos, como si el actor fuese un camarero madrileño que te recita las tapas del día en medio del fragor del local. Si superas, esas tres taras que se observan en muchas películas y series, puedes descubrir auténticas joyas como La estrella azul o filmes que están bien como La infiltrada.
Pero hay una maravilla abrumadora de productos que se mueven entre dos extremos. Uno ya está contado. Guiones facilones sobre colgarse y ligar. Y el otro es el de los supuestos genios de la industria. De los de toda la vida, Almodóvar, que tiene auténticos bodrios y alguna obra maestra, a los nuevos, como Sorogoyen. Sorogoyen acaba de estrenar una serie que cuenta en diez capítulos una década de la vida en una pareja. Se titula Los años nuevos. Y cada año se cuenta con una narración de ese cambio mítico del calendario y lo que le pasa a la chica y al chico, que se quieren, a veces. Que la vida les va, como dice el protagonista, a veces bien, a veces mal, a veces bien, la vida. Como a todos. La serie ha causado fascinación. Pero, aunque tiene detalles interesantes, coincido con alguna crítica en que está sobrevalorada. El crítico de La Voz José Luis Losa la sentenció cuando la vio de estreno en un festival, antes de que llegase a una plataforma: «Los años nuevos es esencialmente correcta y de perfil bajo, algo inédito en la Sorogoyen factory. Como cameos o efectos especiales hay que apuntar los del escritor Benjamín Prado y el de un satisfyer. Actúa mejor el segundo. Y lo hacen muy bien Francesco Carril (actor ya contrastado, imprescindible en el universo creativo de Jonás Trueba) e Iría del Río, a la que no recordaba, aunque ya la había fichado Sorogoyen para su serie Antidisturbios. Y que aquí se gana con talento el derecho a nuestra mala memoria».
Con las series de estreno nacionales pasa igual que con los libros de estreno nacionales, los articulistas afines las ponen por las nubes y encienden el entusiasmo de los disfrutones, que son gentes fáciles de entusiasmar. A medida que vas avanzando por los años de esa década de amor, te entra una sopor creciente. Ni magia intimista de Sorogoyen ni desarrollo genial. Ni arte de lo mínimo. Si de verdad son así nuestras vidas, qué pereza. Parece una historia de amor entre caracoles, incluso desconociendo los detalles de la vida sexual entre caracoles. Reproduce el apareamiento de las amebas. No hay esa electricidad que solo dan los clásicos. Mucha impostura y un exceso de márketing de marca. Lo siento por Sorogoyen, pero aún no ha firmado ni filmado Casablanca.