La Voz de Galicia

Comida en Lugo: Junts y la energía

Opinión

Uxío Labarta

02 Jan 2025. Actualizado a las 05:00 h.

En el tiempo de las elecciones gallegas, un grupo de periodistas fueron convocados a una comida en Lugo. Confiados en el off the record, antaño habitual y ahora reducido a un «de esto que no se sepa nada en Ferrol, que en Vigo es inevitable», se hicieron confesiones por una «alta fuente popular», luego identificada como Feijoo, sobre estrategias políticas respecto a los independentistas, que contradecían todo el discurso de la derecha, de la derecha extrema y Ayuso.

 

Lo sucedido estos días respecto a nuevas conversaciones entre un «amnistiado» Puigdemont con Feijoo, Tellado y el PP en torno a políticas energéticas, y no solo, fue avanzar en el sendero anunciado. Incentivados por infringir una derrota a Pedro Sánchez, pero sobre todo por estrategias partidistas en torno a algunos poderosos poderes económicos, y el energético lo es. Por ello hay que detenerse en las empresas de energía y los intereses entrelazados con el poder político y su capacidad normativa. Un poder político que se alinea como se pudo ver con Endesa, que pasó a manos del Estado italiano, dada la posición de Aznar y los populares (antes alemana que catalana).

Enerclub, la patronal de las energéticas, que incluye entre otras a Repsol, Moeve, Iberdrola, Endesa y Naturgy, se posicionó por primera vez ahora con voz única en contra del denominado impuestazo a las energéticas (1,2 % de los ingresos), asegurando que ponía en riesgo 30.000 millones de euros en inversiones durante los próximos tres años.

Las cuatro mayores empresas energéticas españolas, luego de pagar el impuesto, obtuvieron 7.603 millones de euros de beneficio en los primeros seis meses del 2024, casi un 30 % más que un año antes. El posicionamiento de PNV y Junts, junto con el del PP y Vox en contra del impuesto energético (déficit de tarifa) —implantado por el Gobierno Rajoy— deriva de su concordancia con la patronal energética frente a la política impositiva del Gobierno de Pedro Sánchez.

Esta confluencia parlamentaria en contra entre el proscrito Puigdemont y Feijoo, con Vox y PNV, e intuida en aquellos susurros populares de Lugo, la catalizaron los intereses de los grandes grupos eléctricos. Amalgamando un lobi donde Junts, luego de su periplo con la CUP y Esquerra, vuelve como CiU a la patronal catalana. Y el Gobierno de Sánchez responde rediseñando este impuesto, dotándolo con fuertes desgravaciones fiscales para las inversiones estratégicas de las energéticas. Aquellas «esenciales para la transición ecológica y la descarbonización, que por su magnitud contribuyen al crecimiento económico y al empleo».

Mariano Guindal, en El declive de los dioses (La batalla eléctrica: el pelotazo del siglo), nos explica el continuo entrelazamiento entre energéticas y poder político, algo que llega hasta la descarbonización, y desde luego a la energía eólica o solar y su regulación, y las prórrogas de nucleares. Un poder que siempre ejerció como un gran lobi de fuerte incidencia y presencia en la vida política y económica de España.


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