La Voz de Galicia

¡Que nadie se entere de nada!

Ourense

alexandre centeno a coruña / la voz
El Deportivo trabaja en la idea de realizar todos los entrenamientos a puerta cerrada.

El Deportivo estudia cerrar un campo en Abegondo para evitar la presencia de público en los entrenamientos

05 Nov 2015. Actualizado a las 11:01 h.

Hubo un tiempo en el que cualquier padre podía disfrutar de una matinal de sábado o un festivo en A Coruña yendo con sus hijos a ver entrenar al Deportivo. Seguía de cerca a los jugadores. Se fotografiaba con ellos. E, incluso, podía intercambiar algunas palabras con sus ídolos. Y con el entrenador. El Dépor de Arsenio y Javier Irureta trabajaba al alcance de todo el mundo. No se escondía de nadie. Y ganaba títulos.

Un tiempo que en el año 2015 suena a pretérito excesivamente pluscuamperfecto. La cercanía ha quedado obsoleta. Lo que se lleva es el blindaje. Cuanto mayor, mejor. Y así, a imagen y semejanza de Real Madrid o Barcelona, el Deportivo estudia la fórmula que permita ocultar los entrenamientos a los aficionados. De momento, es una idea, según el club a petición de Víctor Sánchez del Amo, pero sobre la mesa está la colocación de unas grandes lonas o similar que tapen un campo de Abegondo en el que el equipo se ejercitará lejos de miradas espiadoras.

De esta forma, el fútbol, en muchas ocasiones ya desaparecido de las ruedas de prensa de los protagonistas, que evitan hablar de aspectos tácticos o técnicos -«hoy no toca eso, no podemos dar pistas a los rivales, ese es un tema privado del vestuario...»- , desaparecerá también del campo.

El Dépor, propiedad de más de 23.000 accionistas y centenas de miles de seguidores, camina hacia un lugar sin retorno lejos de esos aficionados que con su sentimiento lo hacen grande. De espaldas a la ciudad. Menos accesible. Más previsible. Artificial. En el que las comparecencias públicas tienden a realizarse únicamente con fines publicitarios. Presentaciones en centros comerciales, ruedas de prensa en lugares de ocio... En el que las apariciones del presidente coinciden con actos de patrocinadores. En el que los jugadores cambian la cerveza que hace años se podían tomar Djukic, Fran, Alfredo, Mauro o Bebeto frente al estadio con la hinchada, por un escueto mensaje en Twitter o una foto en Instagram.

Con el traslado a Abegondo, el club puso una primera valla de separación con su gente, que año a año ha ido multiplicando. Son tiempos de protección suprema. De blindaje, en el que un departamento de comunicación marca las directrices de cuando, cómo y dónde debe hablar un futbolista, entrenador, empleado o consejero y cuál ha de ser el mensaje a trasladar a la hinchada. Cuanto más estudiado mejor. Adiós a la improvisación. Y que nadie se salga del guion. La cercanía es pasado. La bunkerización, presente. Y la lejanía, el futuro al que está condenada la afición.


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