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El misterio sorprendente de los retratos del artista Jaime González se puede descubrir en el contenedor expositivo del espacio Mur Marxinal

28 Jun 2021. Actualizado a las 19:37 h.

«Todo arte es una especie de confesión, más o menos oblicua. Todos los artistas, si quieren sobrevivir, se ven obligados, por fin, a contar toda la historia; a vomitar la angustia». James Baldwin.

Un amplio concepto de local alternativo es el proyectado por Goretti González y Hélder Costa, el espacio híbrido Mur Marxinal que se podría definir como concept store, dadas las características flexibles, dinámicas y experimentales del lugar. Es u diáfano espacio multidisciplinar en una nave industrial reinventada como restaurante con cocina de mercado para garantizar la sostenibilidad del comercio local y la supervivencia de las tiendas del barrio.

Una cafetería con gran variedad de cafés de distintos países, curioso mercadillo de antigüedades con la ilusión del descubrimiento electrizante en cada uno de los objetos que en cada rincón al ocasional diletante sorprende, un improvisado jardín y un espectacular contenedor industrial que realiza, precisamente, la función de espacio contenedor de arte, con exposiciones temporales en su interior. Un espacio articulado, vivo, mutante con un concepto berlinés del sitio underground centroeuropeo que aúna innovación y tradición, música, actividades y calidad. Una apuesta innovadora por el desarrollo del negocio local y la cultura.

Memorias del sonambulismo, es el título que aglutina la galería de retratos que el artista colombiano vinculado a Allariz, Jaime González, presenta en el alternativo espacio artístico del Mur Marxinal. Excelente dibujante, apuesta por el vehículo expresivo de la línea para dar forma a su lenguaje figurativo en clave de voz artística. Influido por el artista Borja Buces Renard, experimentado retratista, ha descubierto el efecto dramático del realismo con carga emocional e introspección psicológica.

Los personajes aparecen aislados sobre fondos neutros, dotando de protagonismo al retratado que emerge de una atmósfera contradictoria de matices informalistas, chorreos, tensiones inminentes, texturas condicionantes de emociones y afectos en el vértigo de las incisiones de trazo seguro, lineal, aséptico.

El artista reflexiona sobre el término Nueva Objetividad, Neue Sachlichkeit, acuñado por Gustav Friedrich en 1923, para definir el lenguaje estético que reacciona contra la sociedad burguesa de la explotación y se caracteriza por una acusada externalización de la realidad frente a la conceptualización hipertrofiada del Expresionismo.

Los retratos de Jaime González tienen ese acento social, experimental, comprometido y directo. González crea una revisión del Verfremdungseffekt o Efecto de distanciamiento emocional con respecto al protagonista que entre el cinismo y el idealismo desdibuja su propia distopía. Es, precisamente la distopía que se enreda entre los rizos de Ánxela, quien entre aburrida y escéptica escruta al espectador con un soberano protagonismo sobre el paisaje descentrado y parcialmente iluminado por el hipnótico neón. Asombrosamente bien integradas las texturas dialogan en la superficie del cuadro entre espacios impecables y chorreos salvajes, gestuales, temperamentales.

En Randy, Jaime González consigue trasladar la maestría de una técnica como el óleo al soporte plástico del papel con un trabajo excelente en el modelado de la figura a través del control sobre los efectos de la luz sobre los volúmenes.

Magnifica construcción de la figura de composición clásica en empastes abstractos y en la traslación emocional del gesto desafiante de Aya.

Entre soñadora y desengañada La queen, despliega con singular apatía su poder. Sobre su cabeza pende, incidida e ingenua, la corona más conocida de la época del graffiti de Basquiat, distinción con la que honraba a la persona representada. En la furia premeditada de las incisiones, arañazos y ralladuras del soporte, dibuja resplandores geométricos que facetan en planos la figura. Esta técnica se observa en el tratamiento que en forma de aspa aristada se expande desde la mano sobre la que se apoya el retrato y que funciona como eje de la composición en El dulce caos del subsuelo.

Toña na horta, traslada la introspección y la dignidad del trabajo y remite al Ángelus de Millet desde una perspectiva contemporánea y desacralizada que honra a la orgullosa protagonista. Heterogeneidad entre tradición y retrato urbano en el sorprendente, inquietante y emocionante Autorretrato nauseabundo.

Jennifer Novoa, representante de la Plataforma #TodasSomosRoldanas modelo principal de sus retratos, dialoga con el artista desde la historia del Arte.


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