Ucranianos de Ourense imploran ayuda internacional para su país
Ourense
«Si no lo paramos, es un peligro para toda Europa», advierten sobre Putin
01 Mar 2022. Actualizado a las 20:30 h.
La comunidad ucraniana en Ourense vive con dolor y desesperación las noticias de la cruenta guerra que sufre su país tras la invasión ordenada por Vladímir Putin. Les llegan a sus móviles fotos de edificios residenciales de Kiev como la torre de Ourense caídos en bombardeos, de conocidos y familiares, ancianos y niños, apiñados en los sótanos o en el metro para protegerse de los ataques. Claman por ayuda internacional para Ucrania y por sanciones duras y rápidas contra Rusia. Es lo que les transmiten, dicen, sus familiares allí. Advierten de que hoy es Ucrania y, si Rusia consigue allí una victoria, le puede pasar a otro país. «Si no lo paramos, vienen a aquí seguro, es un peligro para toda Europa. Esto no es una crisis, es la guerra verdadera. Hay que bloquear económicamente ese imperio para parar a ese dictador», sugiere Albert Bagirian. Svletana Sydorchuck cuenta que desde que Ucrania se independizó en 1991 han tenido que luchar por tener «libertad de expresión, de prensa, económica y derechos humanos, pero Rusia no deja por lazos económicos y políticos». Recuerda que en 1994 Ucrania cedió su armamento nuclear a cambio de integridad territorial pero que ese memorando (de Budapest) no se está cumpliendo.
La irrupción del ejército ruso en su país, aunque había amenazas desde hace semanas, fue «una sorpresa» para Nadiya Khmil. «Tengo primos militares, que llevaban ocho años en guerra y no esperaban esto», apunta. A los militares se están sumando ahora los civiles. «Llevamos noches sin dormir, preparábamos la fiesta de mi padre, que cumple setenta años, y se convirtió en la despedida dura de dos primos que van a luchar», llora. La resistencia que están ofreciendo su ejército y las milicias les enorgullece. «Luchan con fuerza por sus familias, su país, su tierra. No buscamos esto, ellos vinieron. Esta rabia da fuerza. Los rusos dicen que son hermanos, pero un hermano no va a la tierra de otro a matarlo. Putin es un monstruo, un asesino, pero el que pasa con un tanque sobre las personas también», clama otra mujer, que participa en una concentración con sus compatriotas en Ourense, reunidos para mostrar su apoyo a «los héroes de la defensa» y para desahogarse juntos de la pena que están sintiendo. Hanna Bilyk apunta que en Ternópil había en estos primeros días largas colas de ciudadanos dispuestos a alistarse.
Una asistente muestra en el móvil una foto de su madre, de 85 años, refugiada con unas mantas en un sótano. Nadiya habla de conocidos que han tenido que esconderse en los búnkeres, en los que conviven personas, perros y gatos. En esas circunstancias, sin medios sanitarios de atención, le han dicho que se han producido tres partos en los últimos días. Otros se han ido a casas en los pueblos, aparentemente más seguros que las ciudades por ahora.
El padrón registra que hay 103 ucranianos en la provincia de Ourense. Más de medio centenar residen en la ciudad. Son una comunidad que lleva en su mayoría entre quince y veinte años entre nosotros, trabajando como empleadas domésticas, en la hostelería, en fábricas o granjas. Solo algunos pudieron encontrar trabajo acorde con sus estudios universitarios, en el sector sanitario. Varios son de la ciudad occidental de Ternópil, otros de Poltava, de Vinnitsya o de la asediada Mariupol. Buscaban mejorar sus ingresos respecto a los bajos sueldos y la carestía de la vida en su país y se fueron a España y a otros países. «Dos veces al mes mandamos paquetes a las familias, en un autobús que viene de Portugal. Otros mandan dinero para los estudios de los hijos», detalla Nadiya. Ahora la lucha es por salvar la vida, por lo que esta ucraniana implora que la guerra pare ya porque, si no, «será una ruina». Svletana recuerda otro peligro: que los rusos han ocupado la zona de Chernóbil aislada tras el accidente nuclear de hace treinta años.
Recogen material para refugiados en Polonia y San Xoán de Río ofrece un albergue
Hanna Bilyk incide en solicitar apoyo a las familias ourensanas para ayudar a los refugiados. «La familia para la que trabajo me ofreció apoyo, casa, medicinas para quienes vengan, y estamos agradecidos», añade. Este grupo de ucranianos de Ourense pide que se envíen medicamentos, vendas, armas y que se actúe «si no con soldados, con sanciones duras. Este monstruo ya pasó por encima de las leyes sin respetar ninguna». Los ucranianos quieren que los países pasen de las palabras a los hechos. El joven Vladyslav Koloniets, que llegó hace siete años huyendo de la guerra que comenzó en el 2014, apunta que Polonia es el país que más está ayudando en estos primeros días.
Solidaridad ourensana
En Ourense, con todo, ya se están produciendo movimientos institucionales. El Concello de San Xoán de Río escribió a la embajada de Ucrania ofreciendo unas instalaciones con siete hectáreas de terreno y varias edificaciones, para albergar «un pequeño pueblo temporal ucraniano» con capacidad para 50 niños.
Por otro lado, la Eurocidade Verín-Chaves coordina la recogida de bienes de primera necesidad, como sacos de dormir, toallas, mantas, almohadas, edredones, productos de higiene femenina, papel o material escolar, solicitados por una localidad polaca, Ladek-Zdroj, a través de la asociación europea de ciudades termales históricas (EHTTA) a la que pertenece la eurocidade. La recogida se hará en la sede de este organismo en la antigua frontera de Feces hasta el 11 de marzo, de lunes a jueves de 9.00 a 17.00 horas y los viernes de 9.00 a 14.30 horas.