La ambición de ser creativo
Barbadás
Trabaja en una peluquería de lujo y peina a actrices, modelos en festivales y desfiles
08 Feb 2016. Actualizado a las 05:00 h.
Salta de capital en capital europea e incluso cruza el Atlántico hasta Nueva York para peinar de forma exclusiva a clientas de alto poder adquisitivo, participar en reportajes de las mejores revisas o en desfiles de las casas más importantes de moda, pero a Javier Varela Alonso (San Lorenzo de Piñor, Barbadás, 1982) todavía le queda un reto y un sueño por cumplir en su amplia trayectoria profesional: montar su propia peluquería de alto nivel.
Salió de Ourense muy jovencito y empezó a dar pasos de ciudad en ciudad para crecer laboralmente en el mundo de la peluquería, la estética y la moda. Primero A Coruña, nuevo paso por Ourense, después Madrid y desde ahí, Parma, Turín, Belgrado, Roma, combinando formación y trabajo en peluquerías de lujo, en las que podía poner en práctica técnicas más avanzadas.
Con 25 años le nombraron director de la peluquería Rossano Ferretti en Roma y tenía en sus manos la clientela internacional del hotel Hassler. «No dormía por la responsabilidad. Ya hablaba italiano aunque había cosas que me costaban, sobre todo la parte administrativa, en lo que era un desastre. Yo y el dinero no somos compatibles. El proyecto de Roma fue fantástico. Llevaba la parte administrativa y artística, con dos asistentes. Funcionó muy bien. Después de dos años y medio, esa peluquería fue mi tarjeta de visita para una nueva era en esta empresa. Era una nueva época con L?Oréal y nuevo mecanismo de negocios. Querían abrir en otros países y me ofreció venir a París», relata Javier.
En la capital del Sena lleva seis años ya, donde pasa tres semanas al mes y una sigue yendo a la peluquería de Roma. París es la ciudad de la moda y allí comenzó a colaborar en espectáculos de moda de la Fashion Week y para las mejores revistas. Peinó a Cynthia Rossi para Elle España, a Salma Hayek e hizo servicios en los desfiles de Louis Vuitton, Miu Miu, Gucci, Roberto Cavalli o Yves Saint Laurent, además de tener en sus manos las cabezas de actrices que iban a los festivales de Venecia, Berlín o Deauville, como la de la italiana Alba Rohrwacher de la que dice que «es alternativa y fantástica». También ha comprobado que no es oro todo lo que reluce en algunas personalidades millonarias: «Voy a Viena o la isla de Skorpios (Grecia) para peinar a clientas privadas que te ponen avión, chófer, hotel y te hacen comer caviar como desayuno. A esos niveles la gente no es muy divertida. Es el dinero, el lujo, pero no obtienes la parte humana, aunque algunas conmigo sí la muestran», reflexiona.
Tantas ciudades y tantos clientes internacionales que fue necesario aprender italiano y francés y perfeccionar el inglés. «El idioma ha sido difícil en Francia. El francés es más complejo, al menos para mí. Al principio hablaba en inglés con las clientas pero era un poco complicado y un compañero me traducía», explica. Con el día a día, fue mejorando, aunque le costó adaptarse a la ciudad ya que, dice, en París es difícil encontrar amigos, a diferencia de Roma, donde el carácter latino los hace más abiertos. Ese tiempo lo dedicó a centrarse en el trabajo y en la creatividad de su profesión.
Ahora ya se encuentra bien tanto profesional como personalmente y cree que París le ofrece un buen equilibrio, en comparación con Londres, donde -explica- el trabajo lo absorbe todo para poder mantener el alto nivel de vida de la ciudad o con Roma, donde el desarrollo profesional es más comprometido. Pronto quiere dar un paso más, trabajar más para sí mismo, de forma más creativa y dedicando más tiempo a sus clientas.