El área comercial que un matrimonio ourensano creó en una aldea de Ramirás a partir de una estación de servicio da trabajo a quince personas
Cortegada
Desde hace diez años, el bar tapería O Surtidor ofrece menús diarios a decenas de trabajadores y jubilados, y complementa la oferta del gasocentro y del taller de neumáticos
13 Sep 2024. Actualizado a las 05:00 h.
Después de dar de comer a ochenta personas en el bar tapería O Surtidor, en Vilaflor (Ramirás), Mari Carmen Alonso se pregunta por qué sigue todavía al frente de un establecimiento que le supone 18 horas diarias de trabajo. El 12 de octubre del 2002 abrió con su marido, Camilo Meléndez, la estación de servicio 2001, al pie la carretera OU-531 (Xinzo-Cortegada). Era una gasolinera con taller de neumáticos que debía haberse inaugurado un año antes, de ahí el nombre, pero la burocracia lo retrasó. Camilo conocía bien el sector, pues llevaba 35 años trabajando en un taller y ella era administrativa en una empresa. Pensando en un futuro para sus dos hijos, montaron este negocio en el rural que prosperó y actualmente tiene una plantilla de quince trabajadores fijos y cuatro o cinco temporales, explica Mari Carmen. Ver esa vida y ese empleo en un pueblo tan pequeño es una de las motivaciones para continuar, pese a las dificultades. De entrada, hipotecaron su casa, todo lo que tenían, y consiguieron un préstamo del banco. «Nos decían que estábamos locos por invertir tanto dinero en un pueblo, habiendo otras dos gasolineras a cinco kilómetros, pero la idea era hacer un área comercial, no solo una gasolinera. Fue una aventura muy arriesgada», reconoce ella. Dos años después construyeron un gasocentro para el reparto de gasoil a domicilio. Es la actividad que estaban realizando los hijos ayer, durante la entrevista. El centro de distribución es muy exigente en cuanto a trabajo de oficina «Hay que estar muy al día y pendiente del teléfono», detalla la emprendedora. Hace diez años, el 5 de junio del 2014, abrían el bar tapería. Los trabajadores que paraban a repostar o a tomar café empezaron a demandar algo más que bocadillos y tapas y comenzaron con los menús del día y, después, con los de fin de semana y comidas por encargo. Los siguen ofreciendo por catorce o quince euros. «Vienen obreros que trabajan para empresas que están por la zona y jubilados que están solos. Para un obrero diariamente puede ser mucho, pero está todo tan caro que, si quieres dar algo de comida casera, no puede ser menos», especifica la dueña. Y Mari Carmen no se queja de lo que tiene que pagar en sueldos, sino de los «gastos añadidos». «Hay que trabajar horas, si no, no hay ingresos. Tiran mucho en contra del pequeño empresario y no es igual un negocio de un pueblo que el de una ciudad grande». Al no encontrar personal que sacara el trabajo, ella misma se metió a cocinar, con el apoyo Rosa, su leal ayudante en los últimos siete años. Lo hacen todo casero, incluidas las tres o cuatro empanadas que hornean cada día. En los últimos meses, por fin encontró un cocinero, dice aliviada. El comedor se amplió y hubo que modificar los espacios de almacenaje de neumáticos, que sigue siendo otro punto fuerte de la empresa, pues son representantes para el norte de España y de Portugal de una marca especializada en ruedas para todoterrenos. Además, siguieron ampliando servicios, con estanco y sellado de loterías. Toda una área comercial en Vilaflor.