Este ourensano utiliza la magia para enseñar a sus alumnos con capacidades especiales

Dice Fernando Domínguez (Cualedro, 1980) que la magia le llamó la atención siendo todavía muy niño. «En Lucenza, mi pueblo, alguien me hizo desaparecer un pañuelo y me quedé muy asombrado», afirma. Empezó imitando ese truco y manejando la varita, aunque se le dio por investigar muchos otros juegos gracias a las cajas de Magia Borrás. Al principio actuaba para sus familiares y amigos. Estudió Magisterio de Educación Especial y se fue a Madrid a trabajar en centros ocupacionales, ayudando a personas con discapacidad. Después consiguió plaza en Ourense y regresó a casa. Aquí retomó la magia y empezó a emplearla en los festivales de fin de curso de los colegios en los que trabajaba. «Poco a poco me fui documentando y vi que había magos que utilizaban sus trucos en la docencia, ya que se trata de técnicas que funcionan genial para captar la atención, sobre todo en alumnos con déficit de atención o hiperactividad», relata Fernando. Así es como se convirtió en Mago Chirleta, donde heredó el apodo que tenía su abuelo. «Aplicar la magia en el mundo de la educación especial me ha dado muchísimas alegrías. Es una herramienta que además de aportar habilidades a los pequeños, también les ayuda a reforzar su autoestima porque les demuestra que son capaces de hacer muchas cosas», afirma. Además de aplicarla en las clases, también forma a otros profesores para que puedan sumarla a su metodología.

Durante el curso es profesor del Albino Núñez y en verano aprovecha para actuar en distintos puntos de Galicia. Concretamente ahora el Mago Chirleta está en una gira muy especial, en su pueblo. Con el apoyo del Concello local acaba de dar vida al festival Cualedro ten moita maxia.