Clementina, 102 años sin perdonar la partida de cartas en Maside
Maside
La vecina de A Touza mantiene su humor y su mente intactos
20 Aug 2023. Actualizado a las 21:14 h.
Algo más de un siglo es lo que Clementina Martínez lleva disfrutando de su vida. Natural de Medeiros, una aldea de Monterrei, donde vivió a lo largo de los años, la centenaria reside en la actualidad en el domicilio de su hija Olga. «Agora levo unha boa vida, é ela a que coida de min», afirma. Madre de tres hijos, hizo todo tipo de labores del campo a lo largo de los años para poder sacar su familia adelante. «Fixen traballos de campo toda a vida, pero tamén cocía o pan e tiven as miñas ovellas», recuerda la centenaria. Durante muchos años, Clementina trabajó de sol a sol para poder sacar adelante a su familia a la vez que lo hacía su marido. «Eso non era vida de poder vivir. Paseinas boas e malas, pero co pouco que tiñamos iamos tirando», recuerda. Hoy en día vive en A Touza, Maside, desde hace más de ocho años, donde se estableció su hija tras volver de Alemania. «Veu pasar dous meses aquí pero xa non marchou», cuenta Olga. Pese a que el paso del tiempo se puede ver en sus manos maltratadas por el trabajo en el campo, su humor y su mente siguen prácticamente intactos. «Hai cousas que non se lle esquecen, ten a cabeza moi ben amueblada», afirma su hija. Sigue manteniendo vivos sus pasatiempos favoritos, como jugar a las cartas. «Cánsase de todo, pero xogando ás cartas non hai quen a supere», explica la hija. «E non che da vergonza contalo? Xogando ás cartas dásme cada paliza. Pero tamén se che gano ben que te enfadas», le contesta su madre.
El año pasado sufrió una caída en la que se dañó la cadera y desde entonces necesita ayuda para levantarse de su cama. Ella asegura que su mayor suerte sería poder caminar y salir más de casa. Pero Clementina disfruta de las pequeñas cosas del día a día. Uno de estos placeres es la comida. Cuando su hija le pregunta qué es lo que más le gusta, ella responde rotundamente que todo. «Para a boca non hai cousa mala ningunha», asegura. Pero los higos son la perdición de la centenaria. «Eu póñome a comelos e non paro», se ríe, mientras descansa sobre su mesilla de noche un plato con un puñado de estos frutos del huerto.
Unas ganas de comer que superan con creces a las de cualquier persona mantienen a la centenaria con las mismas energías cada día. «En verán pode estar ata as once da noite esperta e falando, que temos que levala a deitar», comenta su hija Olga. Jugar a las cartas y ver novelas en la televisión son otras de las cosas que le gusta hacer. «Os homes das series mexicanas e turcas son os que máis lle gustan», bromea Olga. Ahora desde su habitación, Clementina se sigue asombrando de tener la edad que tiene y de mantener la cordura que le caracteriza. «Eu non me creo que teña estes anos, é imposible», se asombra. No se le escapa ni el más mínimo detalle, recordando incluso el bautizo de su bisnieto, que ella misma le pagó. Tiene ganas de seguir cumpliendo años, aunque hay alguna queja. «Sóbranme as dores, que teño moitas aquí onde me ves», asegura Clementina. La edad pasa por el cuerpo de la centenaria aunque su sentido del humor se mantiene a lo largo de los años.