La Voz de Galicia

Los Remedios y Remiendos en Verín

Verín

marcos g. hervella verín
Caldeliñas

08 Sep 2024. Actualizado a las 05:00 h.

Tal vez no lo sepan pero un día de hace más de cinco lustros a un vecino de Caldeliñas se le apareció la Virgen. Al menos es lo que dicta un manuscrito incompleto debido a la carcoma o a la propia huella que deja el tiempo. El caso es que aún no se había publicado el Quijote y en la casa rectoral de Villamayor se escribía este legajo tan pintoresco como expresivo.

Aunque no haya documentos fehacientes de la comprobación de la veracidad de las apariciones se tiene por cosa cierta que, andando un pastorcillo guardando los bueyes —era natural de Caldeliñas y de nombre Alvaro del Riguero— se le apareció la Virgen en el Campo de Remole, zona que más tarde se llamó El Humilladero. Le mandó que dijera en el pueblo que era su voluntad que le hiciesen una iglesia grande donde existía una ermita que se llamaba Nuestra Señora de Parafita, «que es donde ahora está esta santa casa, porque antiguamente llamaban a este sitio el Campo de Parafita».

Como Alvaro del Riguero divulgó públicamente que se le había aparecido Nuestra Señora y cada noche y cada mañana había procesiones alrededor de la ermita, al tener noticias de tales sucesos, el que era obispo de Ourense, ordenó llevarlo preso para averiguar la verdad. Estando algunos días sin comer en la cárcel, le preguntaron qué comía. Respondió que «aquella Señora que le apareció donde guardaba los bueyes le había traído de comer en un canastrillo».

Habiendo el obispo averiguado que eran milagros de Nuestra Señora lo mandó soltar y dar un vestido al pastorcillo, «luego nombró dos mayordomos que tuviesen cuenta de recoger las limosnas que cada día se ofrecían, y llamasen canteros para principiar esta santa iglesia».

La primera piedra de esta iglesia se asentó el 21 de marzo, día de San Benito, del año 1541 y en El Humilladero, donde aconteció tal suceso pusieron una cruz de palo y poco después un crucero de piedra que costó quince ducados, «donde cuantos vienen en romería van visitar aquel santo lugar, como las que van a Santiago que si no van a Padrón que no hacen perfecta romería». Comenzaba así la obra de esta ermita, habiendo una grande contienda entre el Alcalde Mayor del conde de Monterrey y el Merino del Coto de Gondulfes en averiguar en cuya jurisdicción se edificaba la dicha ermita.

Era tan grande la devoción que tenían los vecinos de Verín a Nuestra Señora de los Remedios que se hacían solemnes procesiones todas las veces que había falta de sol o de agua para los cultivos. En el año de 1607 en el mes de mayo el tiempo andaba revuelto, «con agua, nieves y fríos, que temían que se perdiesen las viñas, y así, acudieron al remedio que solían, que fue venir, con devota procesión a buscar la imagen de Nuestra Señora, y tuviéronla en la iglesia de Verín nueve días, con mucha veneración, en un altar particular, con muchas velas de cera, muy bien adornado, celebrando en él cada día misa cantada y a la tarde cantando una Salve, y luego mejoró el tiempo, y aunque en otras partes se tulleron las viñas, escaparon las de esta comarca milagrosamente; y acabados los nueve días, para volver la imagen a su casa, se juntaron muchas procesiones de muchas feligresías, con sus cruces y pendones, y concurrió tanta gente que jamás se ha visto cosa semejante en esta tierra, porque desde la puente de Verín hasta la ermita de Nuestra Señora, que es más de media lengua, todo el camino iba lleno de gente, que casi atropellaban unos a otros».

Nuestra Señora de los Remedios se manifiesta ante la mirada de un pastor, lo que es frecuente en este tipo de apariciones. Un pastor aislado y experimentado, en rigurosa armonía con la naturaleza. Las esculturas de las imágenes de la Virgen en los lugares del campo significó una manera de extender la religión a la campiña, a esos puntos que eran objeto de culto precristiano, acaparando María todo lo que antes eran atributos a la Madre Naturaleza.

Yo digo que son los pastores los que encuentran a la Virgen, y sin embargo, contra mi opinión, dejo la duda en el aire, no vaya a ser que me suceda como al otro vecino de Caldeliñas llamado Rodrigo Santiso el cual tenía poca devoción a Nuestra Señora. No creía en los milagros que hacía y procuraba estorbar a los romeros. Para ello se iba a un soto de castaños que tenía junto al camino, preguntando a los que pasaban a donde iban. Cuando respondían que iban a Nuestra Señora de los Remedios, riéndose de ellos les decía que sería a Nuestra Señora de los Remiendos y les indicaba «que la piedra que se acarretaba para la iglesia, él la había de traer y cercar con ella su soto y heredad». Por todo ello parece que su muerte fue permisión de Dios. Ahí lo dejo.


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