La «tía Rosa» cumple 100 años arropada por todo el pueblo en A Limia
Xinzo de Limia
Rosa Suárez nació el 14 de octubre de 1923 y celebró su cumpleaños junto a los veciños de una pequeña aldea de Xinzo
14 Oct 2023. Actualizado a las 20:22 h.
Los vecinos de Laroá, en Xinzo de Limia, celebraron este sábado una fiesta muy especial. Se reunieron todos en el local social del pueblo y disfrutaron juntos de un picoteo, de una enorme tarta de chocolate y de un poco de champán. El motivo para reunirse era importante, una de las vecinas de la aldea cumplía 100 años y todos quisieron mostrarle su cariño porque se trata de la tía Rosa. «Faise querer e todo o pobo a chama así. É unha muller moi alegre, charlatana, extrovertida e boa. Lévase ben con todo o mundo», afirma Betty Rodríguez. Ella es la sobrina-nieta de la cumpleañera, pero en realidad la quiere como a una madre. «Rosa fíxose cargo da miña nai, María de la Cruz Román, dende cativa. Eu crecín véndoa coma a unha avoa e cando faleceron os meus pais converteuse na miña única familia. É unha das persoas máis importantes da miña vida», admite.
Rosa Suárez García nació el 14 de octubre de 1923 en Rairiz de Veiga, pero se mudó a Laroá, el pueblo de su marido, cuando se casaron, con menos de veinte años. Fue toda la vida una mujer trabajadora y valiente. Emigró sola a Alemania y allí vivió durante varios años. «Traballou nunha fábrica de chocolate e de feito este é o tema do que máis lle gusta falar. Penso que está orgullosa de que marchou soa. O seu marido era ferreiro e quedou aquí», afirma Betty. Cuando volvió a Laroá trabajó como lavandera y luego en Xinzo cuidó del hogar de un matrimonio importante. «Eran os donos dunha fábrica de ladrillo. Logo volveu a Laroá para facerse cargo das ovellas dos seus pais, cando estes faleceron», cuenta su sobrina-nieta. Rosa dejó de trabajar con casi ochenta años. «Estaba moi gastada e notábaselle na saúde, pero dende que parou de laborar está mil veces mellor. Ten os seus achaques e tivemos algún susto, de feito perdeu un ollo, pero está ben», admite Betty. Rosa vive con ella, con su pareja y con su hijo, Daniel, un bebé de dos años. «Están súper unidos. Tódalas tardes saímos ao parque a pasear xuntos e desfrútanno moitísimo os dous», afirma Betty. Pero no todo es contemplación, porque a Rosa todavía le queda dentro la energía de cuando era joven. Es una maniática de la limpieza, especialmente del cuidado de la ropa. «Segue lavándoa e doblándoa minuciosamente», dice su sobrina-nieta. Ayuda en las tareas de casa y en la crianza del que considera su bisnieto y también se entretiene viendo la tele y hablando con los vecinos. «É moi charlatana e a verdade é que nesta aldea somos todos coma unha familia. Nós estamos moi agradecidas por todo o cariño e a atención que nos prestan sempre, por iso decidín que o centenario se celebraba con eles tamén», cuenta Betty.
Después de aguantar la Guerra Civil, la dictadura de Franco y el covid, del que no se contagió, Rosa llega a los cien años rodeada del amor de su familia y de sus vecinos. Está cargada de recuerdos y de anécdotas y tiene la cabeza intacta, para seguir creando y guardando nuevos momentos especiales.