«Queremos que se conozca nuestra sacrificada historia»
Pontevedra
Entrevista | Buenaventura Aparicio Casado Su aportación a la arqueología está en los libros y en la historia con excavaciones tan importantes como Santa Tecla
30 Mar 2006. Actualizado a las 07:00 h.
El grupo de arqueología Alfredo García Alén celebra su 25 aniversario con una mesa redonda sobre su historia. En ella estará uno de sus miembros, Buenaventura Aparicio Casado, que también fue presidente. -¿Cómo nació el grupo? -Se constituyó en 1981, el mismo año en que murió el que fuera secretario del Museo de Pontevedra, Alfredo García Alén, y como recuerdo y homenaje a este especialista en arqueología, le pusimos su nombre. -¿Quiénes lo formaban? -Éramos un grupo interclasista e intergeneracional. Había desde inspectores, licenciados e investigadores hasta amas de casa y desde estudiantes muy jóvenes hasta veteranos ilustres, pasando por matrimonios que llevaban a sus hijos a las excavacaciones que hacíamos generalmente en verano, aprovechando las vacaciones de nuestros trabajos. -Fueron pioneros. - Sí. Aplicamos métodos muy novedosos que en Galicia prácticamente no existían, por ejemplo, las primeras dataciones radiocarbónicas se hicieron con el grupo, o las primeras prospecciones subacuáticas, pues había una sección de submarinismo. -¿Dónde trabajaron? -Sobre todo en excavaciones de petroglifos, mámoas y castros. Algunas están ahí, en la historia para siempre, como por ejemplo la excavacion del Tecla, con Antonio de la Peña Santos, la más visitada de Galicia. Fueron varios años de excavaciones y toda la parte reconstruida, lo que que es el Barrio Calvo, fue trabajo nuestro y luego la consolidó otra miembro del grupo, Montserrat García Lastra. -Además hacían labores divulgativas. -Sí, dábamos charlas en los colegios, montábamos exposiciones itinerantes e incluso tuvimos una revista propia que se quedó en el camino por falta de medios. Se editaron dos revistas que causaron un impacto muy grande, Pontevedra Arqueológica I y II, porque en los manuales que se manejaban a nivel universitario en España en los 80, prácticamente Galicia no figuraba. Nuestro grupo fue el responsable, entre comillas, de que diez años después empezaran a aparecer datos de mámoas y de petroglifos que habían sido publicados por nosotros en la Revista de Arqueología, de edición nacional, cuyo corresponsal aquí era Ramón Patiño, miembro del grupo y actual presidente. -Ahora ya no excavan. -El fin de las excavacaciones llegó en los 80, con la aprobación de la Ley de Patrimonio que restringe esa tarea nada más que a empresas de profesionales y a nosotros nos consideran aficionados aunque tengamos a uno de los mejores especialistas en arte rupestre de toda España, que es Antonio de la Peña, o a profesores universitarios, u otra mucha gente con formación. Con esa ley se cortó la actividad y el grupo empezó a languidecer. -¿La considera restrictiva? -Sí. Creo que tiene que aparecer la figura del colaborador, una persona que pueda participar, que le dejen la posibilidad de investigar. Porque las restricciones afectan incluso a los departamentos de arqueología de las universidades que deben hacer investigación y teóricamente son aficionados. Deberán buscarse convenios de colaboración o un soporte jurídico porque se pierde gente muy válida para galicia. -¿Qué pasa ahora con la asociación? -Seguimos con la sección de actividades subacuáticas, que lleva Ramón Patiño y que hace cursos de submarinismo, entre otras cosas, y luego, cada uno un poco por su lado, vamos publicando. -¿Consideran reconocida su labor? -Pretendemos que se conozca nuestra historia que fue muy sacrificada porque no cobrábamos nada. Todo el verano lo pasábamos trabajando, y meterse en una cuadrícula, a treinta y tantos grados y varias horas al día es bastante duro. Han pasado 25 años y parece que nosotros no existimos. Aquí se cuelga medallas todo el mundo, hay mucha gente que cobra y queremos recordar que también hicimos algo y lo hicimos de manera altruista y generosa.