El recuerdo permanece vivo
Pontevedra
13 Nov 2012. Actualizado a las 06:52 h.
1Pasaron ya 76 años de aquel fatídico 12 de noviembre de 1936. Ese día diez pontevedreses fueron fusilados en el monte de A Caeira por ser fieles a sus ideas y a los valores democráticos, por defender la República y la legalidad establecida. Esos diez hombres eran los médicos Amancio Caamaño Cimadevila, Telmo Bernárdez Santomé y Luis Poza Pastrana; los maestros Paulo Novás Souto, Germán Adrio Mañá y Benigno Rey Pavón; el impresor Ramiro Paz Carbajal; el abogado José Adrio Barreiro; el periodista Víctor Casas Rey, y el capitán Juan Rico González. Sus familiares y el propio Concello de Pontevedra les rindieron ayer un homenaje ante el monolito levantado en su memoria en la avenida 12 de Noviembre, como vienen haciendo cada año por esta fecha desde 1999. Solo en el 2001 no se pudo celebrar este acto por las obras del AVE que se estaban realizando en la zona y que obligaron a retirar provisionalmente el citado monolito.
Sus nombres simbolizan el reconocimiento a otros muchos pontevedreses que fueron víctimas de la Guerra Civil y de la represión franquista, como se recordó ayer en el homenaje, al que asistieron el teniente de alcalde, Antón Louro, la concejala de Cultura, Anxos Riveiro, y otros miembros del gobierno municipal, así como amigos y familiares de los represaliados en el 36, que realizaron una ofrenda floral. En el transcurso de la ceremonia, Louro subrayó que el sacrificio de estos pontevedreses, «merecentes de ocupar un lugar nas mellores páxinas da historia de Galicia e de España, debe enchernos de esperanza e exemplo». Riveiro, por su parte, señaló que «non podemos cambiar o rumbo da historia, pero si temos a obriga e a decencia de lembrar cada ano a infinita inxuria que se cometeu».
Sin odio, sin rencor, pero con el recuerdo vivo, es una frase acuñada por el abogado Gonzalo Adrio Barreiro, que ayer reiteró. Nunca falta a este acto como hermano y sobrino de dos de los fusilados aquel 12 de Noviembre. Y en su libro de memorias, que lleva precisamente ese título, narra la historia de una generación truncada por la guerra, dando una lección de concordia a las nuevas generaciones. En su obra relata el trágico suceso y como lo vivieron las familias.