Un firme defensor de los derechos de los reclusos

El fallecimiento ayer, inesperado, de Fernando Romay causó una honda tristeza entre todos los que lo hemos conocido. De él quedará como recuerdo su profundo amor por el derecho. Y eso que llegó de forma tardía -se colegió en 1988 con 37 años- y en el que demostró su defensa a ultranza de los derechos de los reclusos. Fue uno de los fundadores de la comisión penitenciaria Julio Barcia, además de que era profesor de la Escuela de Práctica Jurídica del Colegio de Abogados.

La mejor descripción de su persona, de su forma de ser, la plasmó en una entrevista en La Voz: «Hay una serie de presos que nos hemos regenerado y que somos un exponente de que, de una prisión, puede salir una persona decente. Con antecedentes penales, pero decente».

A punto de cumplir los 66 años, lo haría en abril, Romay, casado y padre de una hija, ya había dado los primeros pasos para jubilarse. Lamentablemente, todo apunta a que su muerte impedirá que su anhelado libro de memorias vea la luz.