Manuel, el narcoabogado que madrugaba para formarse en A Lama
A Lama
Conocido como El Cura, es el cabecilla de la red que introdujo el último gran cargamento de heroína. Le han condenado a más de 9 años de prisión
23 Nov 2019. Actualizado a las 05:00 h.
A sus 53 años, Manuel E.M. encendía la luz de su solitaria celda en A Lama cada mañana a las tres de la madrugada y se ponía a estudiar cuatro horas para preparar los exámenes de la carrera de Derecho por la UNED. Sabía mucho de logística porque había sido maquinista ferroviario durante dos décadas, así que luego iba a desayunar, trabajaba en la panadería o el economato y se acostaba pronto. Tenía que pasar seis años en prisión por un tráfico de heroína en O Porriño y decidió aprovechar el tiempo.
Entre rejas, otros presos le pedían que les redactase escritos para solicitar permisos. Dado que era un hombre de letras y tenía modales afables y educados, sus colegas del penal le apodaron El Abogado. Cuando salió libre en el 2012, estaba licenciado y se colegió en Vigo. Pronto montó un bufete a dos manzanas de los juzgados. Salió en prensa y televisión como ejemplo de reinserción, pero evitaba hablar de su pasado. Sumaba dos condenas: una en el 2002, de la Audiencia Nacional, que le impuso ocho años de cárcel por un delito contra la salud pública y otra, del 2008, de seis años por la Audiencia de Pontevedra por tráfico de drogas.
A partir del 2013, le llegaron encargos de reclusos. Algunos le pedían de favor de que les presentase recursos en la Audiencia Nacional. Ganó pleitos y buenos acuerdos. Daba un perfil humilde. En los juzgados no usaba traje ni corbata, solo zamarra, jersey y carpeta azul. Si había grandes redadas, buscaba clientela.
Entre el 2016 y el 2017, la policía detectó en Vigo a un narco arousano, Juan Jesús V.P., que acudía al despacho de Manuel. El letrado explicó que Juan Jesús era un viejo amigo de confianza que le venía a consultar temas privados de cláusulas suelo y herencias.
Lo que llamó la atención a los agentes de la Udyco es que, por el barrio, había hombres haciendo contravigilancia y detectaron a un enlace colombiano. Durante las escuchas telefónicas, identificaron al abogado vigués como Jacinto, apodo del jefe de una banda que estaba montando un envío de cocaína desde Colombia y otro de heroína desde Bulgaria. Concluyeron que el arousano iba a Vigo a pedir instrucciones y rendir cuentas al jefe, que organizaba reuniones y daba órdenes desde una «caja», una Blackberry encriptada. Se referían a él como el Cura o el Abogado.
El alijo de Colombia se frustró porque los intermediarios les timaron los 105.000 euros del adelanto. Respecto a los 60 kilos de heroína, llegaron a una nave de Caldas de Reis en un camión. Es el mayor alijo de Galicia decomisado en 18 años. Los agentes pillaron a toda la banda menos al abogado porque no estaba allí.
Siguió libre y se declaró inocente. Alegó que no tenían pruebas contra él pero, en el juicio, dos coimputados lo reconocieron como el hombre que llevó a la nave de Caldas una bolsa con dinero para pagar a los camioneros y luego se fue. La Audiencia lo acaba de condenar a 9 años y medio como cerebro de la banda pero él insiste en su inocencia y va a apelar. La defensa resta credibilidad a esos testigos.