Las apariencias engañan
Relatos de Verán
27 Aug 2024. Actualizado a las 05:00 h.
Tenía que estar en ese edificio. No lo pensé más y entré en su búsqueda. En el hall me encontré con Leila.
—Hola Momo! ¿Qué milagro tú por aquí?
—Vienes a buscar a Gaol? Hoy no la he visto. No sé que le das pero se la ve muy feliz últimamente.
—Vale, gracias—. Me despedí de ella y seguí adentrándome en el local.
—¡Caray! No sabia que a contraluz le hacían esa sombra las caderas —comentó alguien—.
—Oye, ese de ahí no es Momo, el marido de Gaol?—.
—Aún por encima se enterará todo Dios— pensé. El pasillo era largo y suntuoso, enmoquetado y muy chic. Había mucho trajín de gente deambulando por allí: mujeres ligeras de ropa y con batas muy elegantes. De fondo, se escucha el tema de Shakira: La loba. Veo una puerta entreabierta y al mirar me encuentro a Nana tumbada en una cama en ropa interior. En ese momento ya se despejaron todas mis dudas de qué tipo de local era este, pues la mala fama precedía a Nana.
—¿Has visto a Gaol por aquí? —le pregunto—.
—Creo que esta en el piso superior -respondió ella—.
—¡Gracias!—. Me fui dando un portazo.
Una vez arriba continué con la búsqueda y me sorprendí al verla venir hacia mí alegre y radiante.
—Hola, cariño, ¿Cómo me has encontrado?— me saluda—.
—¿No te da vergüenza? ¿Crees que tu padre se sentiría orgulloso?—.
—¿Por qué? Él siempre me decía que lo más importante era sentirse a gusto con uno mismo—.
Entonces ya no pude contenerme más y grité:
—¡Eres una fresca! ¡Me avergüenzo de ti!—.
—¿Pero qué dices? ¿Estás loco? Si tú eras él primero que me animaba a venir a estos sitios!. Ya verás dentro de unos días lo bien que me ha sentado la operación bikini!—.
No supe ver lo evidente: el local era una clínica privada de cirugía estética.
José Ramón Castro Rey. 63 anos. Noia.