Cómo desintoxicarse de la consola
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Los expertos ofrecen pautas para una vuelta al estudio de los adolescentes que concilie tecnologías y vida familiar
11 Sep 2018. Actualizado a las 11:25 h.
Casi tres meses de vacaciones son mucho tiempo. Millones de preadolescentes y adolescentes han pasado el verano enganchados al móvil y a la consola, dos recursos fáciles para el entretenimiento, que muchos padres dejan estos meses sin horarios ni normas, un peligro sobre el que alertan los expertos.
los riesgos
El sedentarismo. Manuel Isorna, profesor de Ciencias de la Educación en la Universidade de Vigo, psicólogo y experto en adicciones, explica que «uno de los problemas que tiene el uso continuado de este tipo de aparatos -sobre todo en la segunda infancia y la adolescencia- es el sedentarismo. Los chavales abandonan la práctica deportiva. Y más las chicas que los chicos. No estudian más porque lleguen a la ESO o al bachillerato, lo que hacen es volverse más sedentarios. Si a eso le añadimos la comida precocinada y las bebidas azucaradas que consumen, nos salen unos índices muy altos de obesidad, y somos la segunda comunidad autónoma con mayor índice de obesos.
Primera norma
Ejercicio: sí o sí. Lo primero para ponerse las pilas ante el nuevo curso, según el experto, es la actividad física. «Hay que volver a retomar la actividad física sí o sí, no hay alternativa. Puede ser con el AMPA, a través de clubes deportivos, en escuelas municipales o matriculándolos en el gimnasio. Hay que moverse como mínimo cuatro días a la semana durante una hora, eso es innegociable. Se pueden pedir de entrada seis días para que se queden en cuatro, pero lo que no pueden hacer los padres es una dejación de funciones, por el bien de la salud de sus hijos a corto o largo plazo».
Horario para la consola
Después del estudio y el deporte. Hay que poner un horario para la tecnología. «Un chico de la ESO -explica el psicólogo- tiene que estudiar, según los pedagogos, una hora y media. Pues esa hora y media el móvil se apaga. Cuando acaba, ponle que sean las seis y media, se le deja hasta las ocho y media. Después puede ayudar con la cena, cenar en familia y después dejárselo otros veinte minutos para responder a sus colegas». A las diez y media, según el experto, el móvil y el ordenador deberían estar apagados. «Primero tiene que ser el estudio, segundo el deporte o las actividades culturales, y, luego, el tiempo residual puede ser para las redes sociales o las nuevas tecnologías».
el descanso
El dormitorio tecnológico. Es una opción para evitar el abuso nocturno de las nuevas tecnologías. Se trata de tener una habitación donde, sobre las diez de la noche, o justo antes de cenar, se dejen todos los aparatos de la familia cargando. «Y ahí se quedan. No es bueno que se lleven el móvil para la habitación, porque como haya un amigo aburrido y empiecen a chatear les dan las tantas de la madrugada y al día siguiente se quedan dormidos en clase. Eso es lo que está pasando».
el móvil
Cuidado con la edad. Para Manuel Isorna, que un niño tenga móvil con 12 años o menos «es una barbaridad». «Los padres no saben realmente lo que hay en las redes -asegura-. Yo conozco miles de jóvenes y ninguno utiliza el móvil para hacer un Excel o un documento de Word, lo que hacen es bajar vídeos y subirlos y esperar a que alguien les dé un like. Si se lo dan, automáticamente se sienten importantes, y si no, se frustran. Depender de lo que te digan las otras personas no es la mejor forma de educar. Ahora nos estamos encontrando con este perfil de adolescentes, algo que ya pasó en Japón hace unos años. Allí tienen un problemón enorme de suicidios y aquí yo tengo claro que el futuro va por ahí.
Por eso el profesor ve imprescindible poner normas y límites. «Y si no se ven capaces de hacerlo, los padres tienen que buscar ayuda: hay que establecer normas y límites. Lo que no puede ser es que un adolescente esté 24 horas al día y 365 días al año enganchado al móvil. Que lo lleve al instituto, que lo tenga en el momento del estudio, que se lo lleve para la cama... Eso es una barbaridad, una locura y genera una dependencia y una frustración que hay que erradicar».
Comunicación familiar
Una cena sin móviles. Otra de las medidas que hay que retomar con la vuelta a la rutina es la cena en familia, para fomentar la comunicación. «La comunicación no es solo preguntarle qué tal el día. Es hablar de todo, buscar momentos donde no haya interrupciones. Hay que hacer una cena de unos cuarenta minutos o una hora para poder hablar, donde no haya la interferencia de aparatos tecnológicos. Claro que, para eso, hay que dar ejemplo. Yo no puedo pedirle a mi hijo o a mi hija que no esté con el móvil todo el día si yo estoy pendiente del teléfono todo el rato».
el ocio
Algo en familia el fin de semana. Vivir el tiempo de ocio juntos es muy importante. Sobre todo el fin de semana, donde normalmente hay más tiempo. «Tenemos que buscar momentos para estar juntos. Ir al cine, hacer deporte o alguna actividad los domingos o los sábados, pero juntos. Esto es muy importante para mejorar el clima familiar, y no podemos esperar a que el adolescente proponga algo para hacer juntos, porque eso no lo va a hacer. Tienen que ser los padres los que lleven las riendas».
¿Por qué fallamos?
La pérdida de autoridad. La dejación de funciones de los padres en la actualidad es algo que asusta a los expertos. ¿Pero cuál es la razón de esta situación? «Pues la verdad es que educar es dificilísimo. Antes educaba la tribu: el padre, el vecino, el abuelo, los hermanos mayores, el cura, el médico, el profesor... -concluye Isorna-. Pero tu ahora dile algo a la hija de tu vecina o a la de tu hermana... verás lo que pasa. Pasamos por un proceso de pérdida de autoridad de los padres. Ahora parece que más que negociar hay que ceder, porque nos montan espectáculos, y vamos creando pequeños monstruos. Te encuentras que un crío de 12 años no sabe hacer la cama, ni cocinar, ni poner la lavadora, ni planchar; pero tiene un móvil de 600 euros con todo lo que aporta Internet a su disposición».