«A España vienes a limpiar, otra cosa no vienes a hacer»
Santiago

Testimonio | María, inmigrante colombiana María podría beneficiarse de las nuevas medidas en materia de regularización, pero hasta ahora «inadmisión a trámite» es la respuesta que se ha encontrado por parte de la Administración
31 Aug 2004. Actualizado a las 07:00 h.
?n noviembre hará tres años que María (nombre figurado) dejó su pueblo, Buga Valle, en Colombia. Ella es uno de los cientos de extranjeros que en Santiago tienen puestas sus esperanzas en los nuevos movimientos legales que desde la Administración se anuncian en materia de inmigración. En su país trabajaba como asistente de gerontología en clínicas y residencias, pero cuando se quedó sin trabajo supo que era el momento de decidirse a intentarlo fuera, como tantas veces la habían animado a hacerlo sus vecinos y amigos. Se puso en contacto con un «tramitador» que le ofrecía organizarle el viaje y ponerla en contacto con gente en España, pero el precio y que ese viaje fue aplazado la hicieron abandonar la idea de emigrar. Entonces una vecina la ayudó, una amiga de su hija emigrada en España había dejado un trabajo. Era su oportunidad. «Uno veía que a las familias con emigrados les llegaba dinero, les mejoraba el nivel de vida», explica María. Así que hipotecó su casa y con el apoyo de su familia consiguió pagarse el billete. María entró en España como turista cuando a Colombia no se le exigía visado y se quedó en el país como irregular. Durante estos tres años, trabajó sobre todo cuidando ancianos en sus casas. Su trabajo no es sólo el de una enfermera, debe también limpiar la casa, cocinar, acompañar al anciano... Por 600 euros llegó a trabajar unas 14 horas diarias. Ese es el sueldo habitual en España de una interna, que puede llegar a 900 si la empleada tiene experiencia en el cuidado de enfermos de Alzheimer y buenas referencias. El coste, para muchas familias inasumible, de una residencia para una persona que necesita todo tipo de atención ronda los 1.400 euros mensuales. Como la mayoría de las inmigrantes en su situación, María prefiere trabajar como interna, durmiendo en casa del anciano. Una situación a la que muy pocas españolas están dispuestas. «En una de las casas en las que estuve habían echado a dos españolas porque no querían quedarse internas y la señora se sentía sola. No creo que mi salario me compensase porque trabajaba por dos, pero no tenía otra opción y me comprometí pensando que ahorraría más. Si librase los fines de semana tendría que pagar una habitación. Pero ese sobreesfuerzo tuvo sus consecuencias y María llegó a necesitar la atención de una psicóloga. Todo lo que ganó durante los dos primeros años fue directamente a pagar la hipoteca que había dejado en Colombia. Ahora empieza a poder enviar dinero a su familia. Cuando decidió salir de su país no creía que las cosas resultarían tan difíciles: «Cuando llegué no me veía a mí misma como una inmigrante, no me daba cuenta de que no tenía ningún derecho. Creí que en un año podría volver a mi país y que lo de los papeles no sería tan difícil». Pero a pesar de todo no se arrepiente. «Uno no sale porque quiere, se ve obligado a buscar mejores condiciones de vida. Pero vale la pena intentarlo, yo lucho por mi hijo, él depende de mí. Yo ni animo ni desanimo a los que piensan en emigrar. A mi hermana, que quería venir, le cuento la verdad: si vienes es a limpiar, otra cosa no vienes a hacer», explica María. Ella se considera afortunada porque las personas que la han contratado siempre han intentado que regularizara su situación. Pero hasta ahora la respuesta de la Administración ha sido «inadmisión a trámite».