La Voz de Galicia

La Campanario, a regañadientes

Santiago

Beatriz Manjón

11 Sep 2011. Actualizado a las 06:00 h.

i hace tres años me hubieran contado que una famosa, pero no precisamente muñeca, iba a querer estudiar odontología, habría pensado en Isabel Pantoja, alias Dientes, dientes. Pero resultó ser María José Campanario, la mujer del torero con la mayor colección de bragas, la que decidió cumplir la fantasía de su marido de acostarse con una universitaria, pues ya llevaba tiempo observando que a él se le ponían los dientes largos con aquellas licenciadas chic de revista.

La Campa, que salta a la vista que es de buen diente, se las prometía muy felices con su carpeta reluciente, forrada con sus fotos de Hola. Ahora sabría, literalmente, lo que era molar. Pero llegó la Audiencia Provincial de Cádiz y la condenó a un año y once meses de prisión por un delito de falsedad en documento público e intento de estafa a la Seguridad Social y, aunque la sentencia no es firme y ha sido recurrida ante el Tribunal Supremo, la Universidad Europea de Madrid ha decidido, aplicando una norma disciplinaria de su reglamento académico que permite rechazar a estudiantes que estén procesados penalmente, que los únicos dientes que va a poder estudiar la Campa son los del ajo. No es mal plan, creo que en ello también está Victoria Beckham. A regañadientes, se ha tenido que ir del cole con la libreta sin estrenar, pero ya ha encargado a su abogado que lleve el caso de su expulsión.

No siento especial simpatía hacia la mujer de Jesulín de Ubrique, entre otras cosas porque creo que para casarse con un torero hay que tener muy poca sensibilidad, pero privar a una persona del derecho a estudiar, cuando la educación es, precisamente, uno de los acicates para la reinserción, dice bastante de algunos centros privados, más preocupados por el parecer que por el ser. Se empieza prohibiendo la entrada con zapatos y calcetines blancos y se acaba en esto. La educación es un derecho fundamental, un derecho que debiera ser para todos, los buenos, los malos, los altos, los bajos, los gordos, los flacos, los inocentes y los culpables. Y si lo que procuran -que no lo creo- es conservar la inocencia, confundiendo la inocencia con la ignorancia, es preferible mostrar crudamente el mal para poder apreciar dónde está realmente la bondad.


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