El blues del autobús desde Sar

«Vivo en la carretera, dentro de un autobús, vivo en la carretera, aparcado en un blues, vivo en la carretera, siempre miro hacia el sur, vivo en la carretera, el blues del autobús». El estribillo de la conocida canción de Miguel Ríos bien podría valer para el Santiago Futsal cada temporada y, esta, más que ninguna otra. Cuando acabe el curso, la plantilla y el cuadro técnico habrán recorrido alrededor de veinte mil kilómetros y pasado unas 240 horas sobre ruedas. La mayoría por la noche, sobre todo en los viajes de vuelta, a la conclusión de los encuentros.

No son más porque, a la hora de echar cuentas, en los dos desplazamientos a Barcelona, que supondrían otros 4.000 kilómetros y 48 horas más, sale más rentable el avión a poco que el club pueda lograr los billetes con antelación. En la primera jornada, el Santiago se trasladó a Peñíscola. El presupuesto del viaje se situó en torno a los 4.000 euros. El miércoles la plantilla partirá hacia Valencia a las once de la noche y el cuadro técnico ha programado una suave sesión de entrenamiento para el jueves a las 10, nada más llegar. Esta vez serán algo más de 4.000 euros, ya que el hotel encarece las cuentas.

El siguiente viaje será en la sexta jornada, a Barcelona. Y el coste se situará en torno a los 3.500 euros. Esa es la razón por la que el avión se impone al autocar, y no otra. Sale más barato. Por añadidura, evita cruzar la península de costa a costa sin tener que dormir por el camino.

Dormir. Esa es la clave, según explica Diego Quintela, para que el tiempo pase más deprisa en al autobús. Pero no es fácil, salvo para Pablo Tallón, «que hasta de pie puede conciliar el sueño».

Lo ratifica Hugo Sánchez: «Es increíble con que facilidad se duerme». Pero a los que no tienen esa suerte, lo que les queda, según explican ambos jugadores, son «las partidas de cartas y alguna película en la televisión del bus, en el ordenador o en las tabletas».

Hugo apunta un dato geográfico que no es baladí: «Esta es mi novena temporada en Primera División -explica- y salvo una (en el Benicarló) todas las he jugado en Lugo y Santiago. En Galicia se hacen muchos más kilómetros, porque somos los que estamos más alejados de la mayoría de equipos».