Asunta ingirió «al menos» 27 pastillas de Orfidal «durante o después» de la comida

El juicio por la muerte de Asunta aborda a partir de este miércoles las pruebas periciales con testimonios muy destacados de técnicos y forenses. Unas de las declaraciones más significativas de la jornada han sido la de Ana María Bermejo y María Jesús Tabernero, del Instituto de Ciencias Forenses de la Universidade de Santiago, que realizaron los análisis toxicológicos de los restos estomacales, orina y sangre del cadáver de la niña. Durante su declaración, y con los resultados de las pruebas, confirmaron que la niña hubiese fallecido sin necesidad de que la asfixiaran debido al alto índice de lorazepam (Orfidal) que tenía en el cuerpo, el equivalente a 27 pastillas.

Lo que las expertas en toxicología no han podido determinar con exactitud es la hora en la que le fueron administradas; si bien se pudo producir «durante o después» de comer, porque, de otra forma, a las 17 horas no podría andar por la calle. Recordaron las científicas que los efectos de ese fármaco comienzan a producirse a los 40 minutos. Las expertas en toxicología, con sus datos que aportaron a los forenses, sitúan la muerte en 3 o 4 horas después de la toma del lorazepam, con un «margen amplio». 

Aseguran que en sus análisis no encontraron ningún resto de medicamento antihistamínico (consumido, supuestamente, por Asunta para la alergia).  A preguntas de las defensas, confirmaron que ni en los restos orgánicos encontrados en el coche de Rosario Porto ni en el táper de comida congelada de la casa de Alfonso Basterra se encontraron muestras intoxicadas.

Sobre el análisis del pelo, y a preguntas del fiscal, fueron contundentes: «Sí, hubo consumo de lorazepam (Orfidal) en los últimos 3 o 4 meses» de vida de la pequeña, y se refirieron al hallazgo de rastros de dos benzodiacepinas.

La niña murió por asfixia

El forense del Imelga que dirigió la autopsia de Asunta, José Blanco Pampín, sitúa la muerte en un intervalo estimado entre las 16 y las 20 horas, y la causa establecida fue «la sofocación por oclusión de los orificios respiratorios». 

El forense confirma que, tras las pruebas, puede garantizar que Asunta fue atada por las manos y los pies «en un momento próximo a su muerte», y que existen otros traumatismos que son difíciles de localizar antes o después de la hora exacta de la defunción. En todo caso «probablemente fue arrastrada» como lo demuestra «el desprendimiento epidérmico» en el muslo y en la cresta ilíaca, y también existieron «vómitos o náuseas», detectados por el desgarro en la unión gastroesofágica (la boca del estómago). 

La autopsia, «muy cuidadosa»

Blanco Pampín, que estuvo acompañado por su colega andaluz Manuel Salguero, que también analizó pruebas enviadas a su instituto,  considera posible que la niña estuviera caminando por la calle a las 17.20 horas, pero prefirió no pronunciarse sobre si lo haría a las 18.20 horas, como asegura un testigo. El forense también calificó de «compatible» el uso de una mascarilla con papeles para presionar sobre los orificios de la víctima y privarla así de la respiración, pero se refiere a estos elementos como «objetos» posibles, y no como «vestigios» que se hayan encontrado en el chalé de Teo, «cuestión que no me corresponde a mí valorar». 

El forense del Imelga, que tampoco encontró restos de antihistamínicos en el cadáver, garantizó que la autopsia fue «muy cuidadosa» al principio ante la posibilidad de que se tratase de una agresión sexual, cuestión que fue descartada.

El cadáver en la pista de Teo

Antes declaró en Santiago la forense del Imelga, Concepción de la Calle Blanco, que acudió a la pista de Feros (Teo) en la que apareció Asunta Basterra. La forense asegura que, por la posición y el estado en el que apareció la ropa, el cadáver «fue colocado de una manera rápida» en una zona sombría, de baja visibilidad.

Tras describir con detalle la posición del cuerpo, recuerda que la luz forense permitió detectar «fluorescencias», que el fiscal quiso que ubicase con concreción (en el cuello de la camiseta y en la sisa), pero De la Calle aclaró que el líquido seminal solo puede detectarse en el laboratorio. «Quizás nos extralimitamos en esa valoración», reconoció. Además, vieron en su inspección escoriaciones muy pequeñas producidas por el arrastre. Los peritos descartaron desde un primer momento el atropello, pero sí tuvo fuerza durante un tiempo la hipótesis de la agresión sexual, aunque la ropa interior estaba bien colocada, «algo inhabitual» en estos casos. El cadáver estaba «completamente frío», lo que indica que llevaba varias horas muerta. No tomaron temperaturas al considerar que el cuerpo había sido trasladado, lo que no haría esa medición «fiable».

La perito, que acudió al lugar de Feros a las 5 de la mañana, recordó que la prueba del potasio se realizó a las 11 de la mañana del día 22, y la autopsia a las 17 horas.

Informes a petición de la defensa

Dos expertos peritos de las universidades de Murcia y Cádiz, cuyos informes fueron propuestos por la defensa de Rosario Porto, aseguraron en el juicio que les parece «una temeridad» fijar una hora exacta para la muerte de Asunta y que es necesario abrir una horquilla «muchísimo más amplia». Coinciden en que «puede ser» una asfixia, pero no de forma categórica, y descartan que existiesen vómitos. Las valoraciones las hicieron, según le explicaron al fiscal, en base a los informes del Imelga y a petición del abogado de la acusada, pero no analizaron directamente las muestras. 

Termina la sesión, que seguirá el jueves a las 9.15.