Atrapar por consenso a la gente que huye de la piedra histórica
Santiago
03 Jan 2016. Actualizado a las 05:00 h.
Si de vez en cuando gotea el consenso en Raxoi es para darse con un canto en los dientes. Y si ese consenso irradia sobre el trascendente patrimonio de la humanidad que nuclea la historia, el presente y el futuro de la ciudad, albricias. Cuando Raxoi partió con una maleta llena de documentación a las instancias de la Unesco, elaborada por un equipo de expertos bajo la mirada de Xerardo Estévez, iba ahí metido el futuro de la ciudad y el fin de la aldea más grande de España. Asomaba la grandeur de Santiago, expresión contagiada por el espíritu francés que inspiraba a los munícipes de entonces.
A la Unesco le gustó la almendra, la vio sabrosa y bien conservada. Una maravilla culinaria de la historia que ahora vuelve a estar en manos de los cocineros del Plan Especial. Las esencias de la tradición y las excelencias de la modernidad se conjugan en el menú que está preparando el equipo redactor del PE.
Y ahí, más que gotear, el consenso tiene que correr a chorros porque es el asunto más delicado que tiene entre manos la ciudad y quienes la representan. El casco viejo es el corazón de Santiago, y cualquier operación a corazón abierto resulta arriesgada. Se pretende curar y fortalecer el principal órgano con la mejor mano clínica, pero un bisturí mal dirigido puede ser fatal. De ahí que huela a inquietud la queja compartida de la oposición sobre los preliminares del trabajo de revisión del PE.
Quizás no sea el momento aún, por lo que dice el equipo de gobierno, de extender lo que aún no hay hecho sobre la mesa, pero sí de comunicar, aunque sea de pasada en una junta de portavoces, lo que a grandes rasgos está sucediendo. Las quejas en torno al PE no son buenas consejeras.
Como recordó algún interviniente en el discurso del acto del patrimonio mundial, «o Santiago de hoxe é unha acción coordinada, de diálogo e de entendemento». El plan en ciernes tiene que ser el plan de la ciudad. El que respete el legado histórico y lo ponga al día, sin estridencias.
Éxodo residencial
Por lo que se ve, hay un punto de coincidencia de la grey municipal a la hora de inyectarle savia nueva al PE: la población. La sangría de residentes amenaza con saharizar la pieza y cebarla de botafumeiros plateados y hotelitos encantadores. Un casco turístico dándose la mano con un casco ciudadano, conservando las impolutas credenciales de la Unesco, es el objeto del deseo del plan. Una estampa bucólica. Y lo bucólico en urbanismo no existe.
Baste observar la senda que llevaba el PE en al anterior mandato. El plan achicaba el perímetro morado y parte del azul despojando del manto protector a un montón de edificaciones. La idea quedó varada. Déjenla reposar. Es patente la fuga de residentes y la perentoria necesidad del aggiornamiento de la pieza histórica, pero no a cualquier precio. Ni con cualquier atavío de modernidad o posmodernidad, como no sería apropiado que Pilar Rojo presidiera el Parlamento en tutú.
El equipo de gobierno ha llamado a las puertas de los colectivos sociales para que le iluminen sobre las carencias y las necesidades. Pero tiene que llamar a las mejores puertas técnicas y urbanísticas para que encajen lo que la gente dice necesitar. Participación y rigor. Antes de que finalice el 2016 tendremos una idea muy aproximada del documento. Y dos años después lo veremos desarrollado con pelos y señales.
La piedra va seguir conservándose, porque es la que van a pisar las generaciones venideras, salvo que lo impidan premociones mayas. Aunque preocupan menos las profecías mayas que la acción humana, capaz de privar a los compostelanos de una mejor sombra arquitectónica en las plazas de Galicia o As Praterías.
Y, pese a todo, el centro histórico llegó con una magnífica pátina a nuestros días. Solo que no es capaz de anclar a la gente ni de atraer a jóvenes parejas, por lo que la piedra tiene que cederle el protagonismo esta vez a los residentes. Los sistemas pétreos de Los Picapiedra no son suficientes en la era del Internet.
¡Ah! Esta ciudad ha sido alimentada por las peregrinaciones. El cordón umbilical que une Santiago con Europa es el Camino, con su esencia histórica. Lo advierte Xerardo Estévez. Recibido.