La Voz de Galicia

«Los niños escalan mejor porque solo utilizan la fuerza necesaria»

Santiago

juan capeáns santiago / la voz
Gabriel Otero era escalador aficionado y David Blanco fue ciclista profesional trece años.

Dos compostelanos abren en una nave de Costa Vella un rocódromo para atender la demanda de una afición en aumento

12 Feb 2016. Actualizado a las 05:00 h.

Los aficionados a la escalada deportiva están que se suben por las paredes de alegría. Literalmente. Desde el mes de septiembre funciona en Santiago Indoorwall, el primer rocódromo privado de Galicia y también la primera franquicia que emana de un proyecto nacido en Cataluña tras el que se encuentran verdaderos referentes internacionales de esta disciplina, como los hermanos Maciá o Berta Martín, que ya han impartido cursos en las instalaciones ubicadas en el polígono de Costa Vella.

Al frente de este negocio están dos emprendedores compostelanos en torno a los 40 años. Gabriel Otero era el aficionado a gatear por las rocas. Y su cuñado, David Blanco, el profesional, pero no de las cuerdas y las presas, sino del ciclismo. El primero le metió al gusanillo al segundo, y ahora dirigen junto a tres monitores y dos personas más un complejo abierto a socios y todo tipo de público, desde niños a mayores.

Los pequeños son el auténtico futuro de este espacio, «que de momento va cubriendo las expectativas», comenta Otero. Y lo son porque lo ven todo con claridad desde el primer momento: «Los niños escalan mejor porque solo utilizan la fuerza necesaria, y pesan menos, claro. Los mayores, cuando empezamos, queremos arrancar las presas (las molduras) de las paredes. Y la clave está en las piernas», añade el apunte técnico.

Para montar el rocódromo necesitaron una nave con techos altos y espacios en los que poder celebrar eventos para niños, como fiestas de cumpleaños y otras actividades que complementan con la escalada. Y Santiago era un buen lugar por muchos motivos: «Porque somos de aquí y porque estamos a menos de una hora de muchos aficionados gallegos que se acercan a entrenar o a divertirse», afirma Otero, quien considera que este centro también se ha convertido en un punto de encuentro «para una comunidad de gente interesada en escalar también en exteriores. Nuestros socios ya no escalan nunca solos, ahora están conectados en grupos y desde aquí organizan salidas a Figueiras, Xalo, Castro de Baroña o Caldas», donde hay rocas en las que poner en práctica lo entrenado a cubierto.

La idea del negocio fue de Gabriel Otero. Y David Blanco, que durante su etapa de ciclista se sacó la carrera de Administración de Empresas, le dio el empujón definitivo. «Cuando llevas toda la vida haciendo una cosa después es muy difícil adaptarse al mundo laboral. Solo sabía andar en bicicleta, pero quería montar algo sin estar atado a un despacho, que me permitiera estar en forma y tratar con gente». Blanco dio en el blanco, aunque no sin reticencias: «Había que atreverse, porque esto no es un centro de pádel, que ya sabes cómo funcionan». Su mayor duda era la demanda, que le disipó muy pronto su cuñado Gabriel. «Escaladores somos muchos, pero no se nos ve porque estamos en la montaña», afirma con una sonrisa.

En la nave de Costa Vella se respira buen rollo. El que da aquel negocio que surge de una afición, que funciona y que tiene perspectivas de crecimiento, «pero sin agobios», matiza Blanco. Empezaron con 1.700 presas y ya van por 2.800, y tienen en mente seguir ampliando vías. Y además han aprendido lo más complicado: a torear con los padres de los niños, a los que siempre les dan un consejo. Que dejen al pequeño decidir si sube o no y hasta dónde. Aseguran que no falla.

Gabriel Otero. Compostelano del 76, tenía afición por la escalada y le metió el gusanillo a su cuñado.

David Blanco. Santiagués nacido en Suiza en 1975. Fue ciclista profesional (2000- 2013) y participó en citas de alto nivel. Licenciado en ADE. Al dejar la bici quiso buscar un trabajo «sin despacho».


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