Emilio Casariego: «Lo que se necesitan son médicos integradores, no fragmentar todavía más la atención»
Santiago
El nuevo jefe de medicina interna del área sanitaria de Santiago admite que hay un serio problema de falta de profesionales «pese a la búsqueda activa que hacemos»
19 Feb 2023. Actualizado a las 05:00 h.
Emilio Casariego Vales (Viveiro, 1958) tomó posesión el 28 de diciembre como jefe de medicina interna del área sanitaria de Santiago y Barbanza. Sustituye a Antonio Pose, que dimitió por la falta de profesionales del servicio. Sin embargo, admite este viveirense, encontrar a especialistas es muy complicado en un contexto de déficit generalizado.
—¿Cuáles son las prioridades del servicio?
—En primer lugar estabilizar la plantilla. Estamos en un momento con grandes dificultades para localizar a facultativos especialistas en medicina interna.
—¿Este déficit es común a toda España?
—Es común y los motivos son variopintos. La especialidad es cada vez más necesaria y tenemos déficits porque las necesidades son mayores en todos los hospitales a raíz del cambio de las características del paciente; por otra parte también la medicina privada absorbe cada vez mayor número de internistas.
—¿Se van profesionales a la privada?
—Sí, porque lo que necesitan los hospitales privados es tener gente en plantilla que lleve a los pacientes ingresados y esto se hace cada vez más importante en centros con mucha tradición quirúrgica. Los pacientes que se operan son cada vez más mayores y posiblemente los servicios quirúrgicos no son suficientemente expertos en manejar este tipo de patologías. Uno de los beneficios de tener una buena sanidad es que los ciudadanos enferman cada vez más tarde. La edad a la que ingresaba por primera vez un paciente en un hospital hace 20 años era a los 69 años y ahora no baja de 74. Esto significa que los que ingresan son cada vez más complejos, a veces por problemas que descompensan las patologías crónicas que tenían. Eso hace muy necesaria una especialidad generalista, como esta, que maneja a personas de manera integral.
—Se dice que son la medicina de familia del hospital.
—O generalista. En países donde no existía medicina interna la han tenido que inventar. Los americanos, por ejemplo, han hecho los hospitalistas. La medicina interna es una mezcla de la medicina de hoy en día con los valores tradicionales, el trato humano con el paciente, el seguimiento activo siempre por el mismo facultativo y la atención integral. Cuando hay que manejar seis o siete patologías simultáneas crónicas en el contexto de una enfermedad aguda se hace complicado para médicos centrados en un órgano o en una actividad quirúrgica, y este es el paciente común hoy en día.
—El anterior jefe de servicio dimitió por la falta de profesionales y el plan funcional realizado por los propios médicos recogía que hacen falta quince especialistas, ¿ha crecido la plantilla?
—No, tenemos un serio problema de falta de profesionales, no tenemos un aumento de plantilla y no porque no se busque gente de forma permanente, porque la necesitamos.
—¿Cómo hacer atractivo el hospital público para que los residentes se queden aquí?
—Necesitamos varias cosas. Una buena organización hospitalaria, sensación de que no tenemos siempre prisas y establecer buenos protocolos de trabajo ya que muchos de ellos se cayeron entre el covid y la falta de personal. Debemos recuperar la capacidad organizativa que teníamos antes, ilusionar a la gente con nuevos retos y es evidente que la cuestión del salario también es real. Con toda seguridad no es el primer problema pero también cuenta.
—Medicina interna ha ganado atractivo en los últimos años.
—Ha cambiado mucho a lo largo de la historia. Cuando yo me examiné se llevaba a los primeros puestos del mir. El desarrollo de las subespecialidades hizo que más gente se decantará por ellas, lógicamente. Y también hay épocas en las que destacan las especialidades con más brillo social o más posibilidades de actividad privada. Parece que subimos, pero no alcanza ni muchísimo menos la demanda de hace 30 años.
—La pandemia afectó a todos los sanitarios, pero medicina interna estuvo en primera línea.
—A la mayor parte de los enfermos con covid los vieron internistas. Eso supuso muchos problemas, hubo que dejar lo que se estaba haciendo y muchos programas en marcha se desestructuraron y no hemos sido capaz de reimplantarlos de nuevo.
—¿Por ejemplo?
—De todo tipo. Programas de seguimiento de pacientes con una enfermedad determinada. Difícilmente esos pacientes iban a venir al hospital en aquel momento, lo que generó cambios de citas. Los profesionales que los trataban se dedicaron a otra cosa, también enfermaron... eso ha generado grandes distorsiones organizativas de las que todavía nos estamos recuperando. Posiblemente el servicio que ha tenido más problemas para recuperarse ha sido el nuestro.
—¿Hacen falta hospitales de crónicos?
—No serían muy operativos porque es difícil establecer qué es un crónico y dónde debe ingresar cuando tiene, por ejemplo, una apendicitis. Además, dentro de los crónicos hay una amplia gama de problemas, de un paciente diabético e hipertenso que hace vida normal a otro con más enfermedades que requiere de unas necesidades asistenciales enormes. Para estos últimos hay que crear circuitos diferenciados de atención, no son necesarios hospitales dedicados a ellos pero sí tener una organización diferente. En pacientes con múltiples ingresos hospitalarios hay que hacer planes personalizados, que el médico sea siempre el mismo, que tenga una enfermera gestora, acceso a un hospital de día o control por telemedicina. Con esto conseguimos que si iba a ingresar cinco veces al año ingrese dos.
—Otros países cuentan con la especialidad de infectología, ¿es necesaria?
—No son necesarias nuevas especialidades. Lo que se necesitan son médicos integradores, no fragmentar todavía más la atención. Nadie se puede quejar de que los pacientes con enfermedades infecciosas hayan sido mal atendidos por internistas que han adquirido una capacidad específica en esa atención. Posiblemente han tenido una mejor atención porque se han visto desde un punto de vista integral.
—¿Medicina interna necesita una ampliación de espacios?
—Con la ampliación del hospital medicina interna ampliará sus camas. Es imprescindible porque es la especialidad que más pacientes atiende. En los hospitales gallegos no comarcales esta especialidad atiende al 33 o 35% de todos los ingresados, cuando hace 15 años era el 25 %.
—¿Cómo crecerá este porcentaje?
—No es fácil saberlo porque no va a depender solamente de los problemas de la población sino de los dispositivos paralelos que se pongan para evitar que lleguen al hospital. Todo el mundo sabe que el hospital atiende bien, pero ingresar para un anciano tiene un precio.
—¿Es medicina interna una especialidad en la que es importante que el paciente tenga un profesional de referencia?
—Lógicamente, en una especialidad tan grande como la nuestra hay pacientes que requieren años de seguimiento. Pacientes con hepatitis autoinmune, cirrosis hepática o trasplante hepático pueden seguir en la consulta 20, 30 o más años. Tenemos algún paciente con VIH en seguimiento desde los años 90. Como paciente me gustaría, en la medida de lo posible, tener un médico de referencia que supiese exactamente cómo es mi enfermedad y me conociese. La relación médico paciente no es solo subir o bajar la dosis de una pastilla, es conocernos. Y en el caso de los pacientes frágiles esta relación aún es más beneficiosa.