Ciudadanía
Santiago
26 Nov 2023. Actualizado a las 05:00 h.
Confluyen en Santiago iniciativas que invitan a una reflexión sobre la ciudad y quienes la habitan, y el interés que están suscitando abre una ventana a un cierto optimismo, aún remoto y motivado por un deseo más que por hechos palpables, para sentir que puede alimentarse, hasta enraizar, el pensamiento de que es posible articular una identificación más estrecha e intensa, cálida, entre Compostela y quienes en ella desarrollan su vida, sean de aquí o de allá. Antón Baamonde, Fernando Barros, Xerardo Estévez, Alfonso Salgado y Xosé Manuel Villanueva ponían hace solo unos meses negro sobre blanco, en un librito que es un manifiesto de gran calado, titulado «Compostela como desexo», la evolución y la realidad de una ciudad que, reuniendo las mejores potencialidades, está vencida por una cierta apatía, lastrada por la falta de entusiasmo, de orgullo, de sus ciudadanas y ciudadanos en el sentir Compostela. Esta misma semana, dos de los autores, los arquitectos Xerardo Estévez y Alfonso Salgado, suscitaron máximo interés con una charla a dos voces en la que, analizando la necesidad de una nueva movilidad en Santiago y sus implicaciones desde el punto de vista urbanístico, abrían el debate sobre la imprescindible primacía del ciudadano antes que el vecino, sobre la dimensión de ciudad, en la que nada está aislado y todo está relacionado. Además, Estévez y Salgado están invitando a una reflexión profunda a través de la serie de artículos «Compostela en dez pasos» (probablemente acabarán siendo más de diez) que están publicando en La Voz. Xosé Manuel Villanueva, por su parte, incidía recientemente en una charla en Amigos del País en un decaimiento de la relevancia de Compostela por la práctica desaparición de su otrora potente proyecto urbano. Ahí considero que radica una cuestión central para el análisis: ¿Ha habido ciudadanía detrás de ese proyecto, para empujarlo a través del tiempo, para alimentarlo, enriquecerlo y hacerlo crecer; o fue resultado de una conjunción de voluntades políticas, de una construcción desde arriba y sometida, por tanto, a un devenir cambiante y de pérdida de ese entusiasmo que Compostela supo encender? El debate está servido y es trascendental para el futuro de la ciudad.