La Voz de Galicia

Ellos han montado una verbena en torno a los dulces en Compostela y crearon uno llamado el picheleiro

Santiago

Patricia Calveiro Santiago / La Voz
Alejandro Varela (centro) junto a dos de las empleadas de Verbelicious, que abrió sus puertas a finales de febrero en la rúa da Caldeirería 60. Allí ofrecen un tributo dulce a la ciudad, el picheleiro, entre otras elaboraciones propias y una gran variedad a granel. En unas semanas ampliarán su catálogo con un helado de la casa.

Alejandro Varela, un joven emprendedor de Santiago, está al frente de Verbelicious

16 Apr 2024. Actualizado a las 05:00 h.

Tenemos la tarta de Santiago, las Piedras de Santiago, los Caprichos de Santiago... y ahora también están los picheleiros. Es el dulce con el que un compostelano hace un homenaje a su ciudad, en un nuevo establecimiento abierto recientemente en el casco histórico, Verbelicious. El picheleiro se hace al momento y lleva una masa de elaboración propia que se cocina en una gofrera a 200 grados. Tiene la particularidad de tener forma triangular, de árbol, insertado en un palo como si fuera una piruleta. Y se puede condimentar con cuatro tipos de salsas —de chocolate blanco fresa, Kinder, crema de turrón y Nutella—, coronado con toppings al gusto (hay una decena para elegir, desde crujientes de galleta hasta mininubes o fresa natural). «Cuando hacemos un picheleiro huele muy rico, como vainilla tostada, que llega hasta la calle y muchas veces la gente busca de dónde sale ese aroma y acaba entrando a la tienda para probarlo. Entonces empiezan a salir los picheleiros como churros», cuenta el dueño del establecimiento, Alejandro Varela Braña. «Quería que hubiera un producto  con un nombre autóctono y recordara las raíces de la empresa, como es este gentilicio popular», aclara.

Dentro se encuentran con mucho más que un puesto de gofres. En Verbelicious han montado toda una verbena en torno a los dulces. «Tenemos un telón, como si fuera el palco de la música, las típicas luces de las fiestas, otra zona recrea la parte de atrás del escenario y el obrador es como un mostrador de una tómbola, con sus peluches colgando del techo. Verbelicious es un juego de palabras entre "verbena" y "delicious" (delicioso en inglés) y nuestro lema es "saborea tu momento"», explica este emprendedor de 28 años. En este pequeño obrador —abierto al público— no solo hacen en vivo y en directo sus picheleiros, también algodones de azúcar, además de queso gouda o frutas naturales bañadas en chocolate belga, como plátano, piña, naranja confitada o su producto estrella, las fresas recubiertas en chocolate (negro, blanco o de caramelo). Por otra parte, el local cuenta con una zona de autoservicio con unas 350 referencias a granel. «Intentamos ofrecer productos diferentes, incluyendo chucherías difíciles de encontrar hoy que la gente no ve desde hace 15 o 20 años y rescatamos esos sabores de la infancia», indica Alejandro, quien se ha propuesto que nadie salga de allí sin dejarse tentar por un dulce y tiene también opciones veganas, sin gluten, sin lactosa y hasta un rincón de alimentación y complementos caninos.

Con raíces familiares en la Rúa Nova, tenía claro que su primera tienda la quería abrir en la zona monumental y su objetivo es expandirla a otras muchas ciudades, junto con sus picheleiros. Verbelicious es su primera aventura empresarial como autónomo y ha contado con el apoyo de su entorno para materializar esta idea, cuenta el exalumno de USC (graduado en ADE) con un máster en gestión comercial: «Mis padres y mi hermana, especialistas en márketing, me ayudaron mucho. Y mi pareja, que me acompañó por España adelante antes de volver a Santiago para empezar con mi propia cadena de tiendas, trabaja en Verbelicious. Tuve, en general, mucho apoyo de la familia».

Alejandro recuerda que sus abuelos eran lecheros. Tenían vacas en As Cencelas y en Os Truques: «Iban por toda la zona vieja y por la parte nueva construida aquel entonces puerta a puerta vendiendo la leche. Y mis padres siguieron otro camino y trabajan en la Universidade. Yo siempre traté de sacar un montón de iniciativas adelante, pero se iban quedando en el tintero ya sea por falta de experiencia, de dinero o de tiempo mientras estudiaba. Después de la carrera hice el máster de Dirección comercial en Madrid y empecé a trabajar para multinacionales del sector de la alimentación, dedicadas al gran consumo. A pesar de mi corta edad fui escalando en ellas y llegué a puestos de dirección en el departamento de compras. Luego me fui a Córdoba y me incorporé a una empresa especializada en dulces, también en el departamento de compras. Vi entonces la posibilidad de crear un proyecto, tipo start up, y con toda esa experiencia decidí dar el paso. Estaba a mil kilómetros de casa, trabajando muchísimo, y me había preparado para trabajar como asalariado para otra gente. Sin embargo, siempre tuve la espinita clavada de montar un negocio propio. Es verdad que pierdes independencia y un salario asegurado... pero en este momento no tengo hipoteca ni hijos y, si no lo hacía ahora, después iba a ser muy difícil».

Alejandro estuvo cuatro meses buscando locales en el casco histórico. Quería asentar la tienda matriz en una zona turística, y finalmente se decantó por el bajo de A Caldeirería en el que hoy se encuentra Verbelicius, que reformó para abrir su negocio soñado. «Llevamos un mes y poco abiertos y los primeros 15 días teníamos un público eminentemente local, era la gran mayoría, pero ahora esta cifra se va revirtiendo y en épocas como en Semana Santa el turismo llegó a suponer un 70 % de las ventas. Aun así, hay ya clientes muy fidelizados. Tenemos una tarjeta que sellamos con cada compra y, cuando lo completas, te regalaos un bote de golosinas gratis. Pues hay personas que ya van por la tercera tarjeta, lo que significa que ya vinieron veintipico veces por la tienda y son vecinos de Santiago. Día a día vamos luchando por conseguir nuestro objetivo diario y puedo decir que, por ahora, el 90 % de las jornadas hemos superado esa cifra», celebra. 


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