El cierre de zonas de cobijo de sintecho en Santiago traslada el problema, pero no lo soluciona
Santiago
Las personas sin hogar recurren a otros enclaves donde son menos visibles
01 May 2024. Actualizado a las 05:00 h.
La última actuación dirigida a reducir los espacios de la vía pública que sirven de cobijo a las personas sin techo en Santiago se ha registrado esta semana en el local que ocupó el Banco Pastor, y luego el Santander, en la rúa Fonte de Santo Antonio, en el acceso al casco histórico, a un paso de la plaza de Galicia y junto a un hotel de cuatro estrellas. Es un enclave a la vista de todos en el que pernoctaba y pasaba prácticamente todo el día un hombre de mediana edad. Las quejas por las condiciones de insalubridad y la mala imagen de ese espacio surtieron finalmente efecto y el portal ha sido tapiado con paneles de madera. Pero esto no supone la desaparición del problema, sino solo su traslado. De hecho, solo unas horas después, ese hombre se trasladó con su maleta unos metros más abajo, en la plaza de Galicia.
El Concello viene poniendo en marcha desde hace años medidas para sacar a los indigentes de los espacios más visibles de la ciudad. En agosto del 2022, todavía durante el mandato del anterior gobierno socialista, se ordenó tapiar los huecos de la salida de la dársena de Xoán XXIII en los que se guarecían varios sintecho. Esas personas se mudaron entonces a una zona junto a los servicios de la dársena, de donde fueron igualmente expulsados. Ahora están en la parte baja de dársena, pero donde ya no pueden ser vistos con facilidad.
En enero del año pasado, Raxoi también ordenó el cierre del hall de la sala Yago para acabar con la imagen de personas sin hogar durmiendo a la vista de los turistas en plena Rúa do Vilar. En ninguno de esos casos se resolvió el problema de los sintecho, porque siguen en la calle más o menos de forma visible.
Estas personas recurren a casas abandonadas, portales y cajeros automáticos, pero también a otras ubicaciones, como la dársena de la rúa Valle-Inclán, junto al colegio La Salle, donde duermen sobre colchones y se abrigan con sacos. Cuando llega el día, recogen y apilan todos sus enseres para asegurarse ese mismo espacio para la noche siguiente.