Cambio de tercio en el Obradoiro
Santiago
Galán tiene por delante una complicada tarea, armar un proyecto deportivo ambicioso y lograr que el club vuelva a parecer una familia bien avenida
07 Jul 2024. Actualizado a las 20:05 h.
El descenso del Monbus Obradoiro ha traído consigo un cambio de tercio en el club y el cambio más sustancial es que por primera vez en catorce años en el banquillo no va a estar Moncho Fernández.
En esa larga singladura, durante doce años no hubo fisuras en el club, primero en la etapa de Chete Pazo como director general y después en la de José Luis Mateo. La pasada campaña, sin nadie que ocupase ese puesto, se convirtió en un descalzaperros.
Los cosas fueron bien mientras hubo unidad en los estamentos claves. Los entrenadores de dedicaban a entrenar, los jugadores a jugar, la dirección general y deportiva proponía el modelo y el consejo de administración le daba el visto bueno y se preocupaba por las cuentas. Podía haber más o menos debate, pero una vez tomada una decisión se acababan la disensiones. Y no había bandos. Ni bandas.
En el tramo final de José Luis Mateo en el club se empezó a quebrar esa línea. Las voces contrarias a la continuidad del Alquimista de Pontepedriña dentro del consejo se hicieron sentir con más fuerza, aunque ganó la propuesta de continuidad.
Al acabar la temporada, el director general, como había anticipado meses atrás al presidente, puso punto y final a su etapa en Sar. De nuevo tocaba negociar la continuidad del técnico de Pontepedriña o buscar el cambio. Presidente y entrenador llegaron a un acuerdo para seguir juntos.
Moncho Fernández se supo cuestionado desde varios frentes del consejo de administración desde el minuto uno. También es cierto que Raúl López tuvo que salir públicamente a la palestra en alguna ocasión y lo que hizo fue respaldar al entrenador. Pero el ambiente se fue enturbiando. El final no fue feliz y por el camino hubo bajas como las de los consejeros Óscar y Rosa Blanca Rodríguez, de Espina y Delfín. Los vaivenes en la dirección de Márketing también tuvieron su intrahistoria. Y a finales de año habrá que ver cómo acabaron los números del presupuesto.
En todo caso, una vez consumado el descenso y la continuidad del accionista mayoritario, el primer movimiento fue la contratación de un director general y deportivo de acreditada experiencia en la nueva categoría, Héctor Galán, que tiene una ardua doble tarea por delante.
Después llegó la confirmación de que el nuevo entrenador es Gonzalo Rodríguez, uno de los ayudantes de Moncho Fernández a lo largo de estos casi tres lustros. Tiene la ventaja de que conoce la casa. Y los vientos.
A la hora de configurar la plantilla, los primeros cuatro movimientos de Galán son jugadores con experiencia en la categoría, que saben lo que es pelear por el ascenso: Leimanis (Estudiantes), Stevic (Menorca y Tenerife de ACB), Alejandro Galán (Leyma Coruña) y Nacho Arroyo (Lleida). La continuidad de Álvaro Muñoz se da por hecha. El capitán sigue avanzando en la recuperación de la lesión de rodilla que sufriese en febrero. Va por buen camino, pero lo más probable es que se pierda las primeras jornadas.
Inicialmente, la idea del club es completar una plantilla con diez jugadores y dejar las fichas undécima y duodécima para los canteranos que estarán en la dinámica del primer equipo.
Queda algo más de un mes para que comiencen los entrenamientos de pretemporada. En principio, la liga empezará el último fin de semana de septiembre. Pero en las tres primeras semanas de ese mes ya habrá partidos de la nueva Copa de España.
Por otra parte, Galán también tiene una tarea complicada para recomponer la adelgazada estructura de empleados que se encargan del día a día. El tiempo dirá cuánto hay de purga y cuánto de ajuste a la nueva realidad económica. La apuesta por los cambios no es responsabilidad suya, pero sí tendrá qué ver en la reconfiguración del organigrama.
En todo caso, conviene no perder de vista intangibles como que haya siempre alguien preocupado de hacerles la vida fácil a los jugadores y sus familias en todo lo que no tiene que ver con los entrenamientos y los partidos, o de echar una mano en todos los frentes que hay que atender los días de competición, o de mantener un contacto fluido con los patrocinadores, también con los más modestos. Conseguir que el Obradoiro vuelva a parecerse a una familia bien avenida no va a ser tarea fácil.