Prescriptores de sentido común
Santiago
31 Aug 2024. Actualizado a las 21:07 h.
Un voluntarioso grupo de jóvenes informadores recorre desde hace unos días el Obradoiro y las calles de su entorno animando a quienes nos visitan a contribuir a preservar el patrimonio de la ciudad, ser respetuosos con sus gentes y atreverse a explorar más allá de la almendra. Tanto la iniciativa como su ejecución resultan encomiables. Porque poca tacha admite el hecho de combatir la brutalidad armados con una sonrisa y ese arsenal didáctico que es la palabra. Otra cosa es su eficacia. Porque es cierto que un pelotón de jóvenes envalentonados al cruzar la meta del Camino difícilmente va a atenuar los decibelios de su jolgorio porque un rapaz, sonómetro en mano, le haga ver que su comportamiento es incívico. Seguirán llegando, y muchos lo harán entre gritos y expresiones festivas fuera de tono. Igual que vendrán más muchachos sin un plan concreto para pernoctar. Como los simpáticos italianos que esta semana se disponían a comer ante el pazo de San Xerome y que confesaron que no tenían plan para pasar la noche. No es el caso de los que dispusieron los sacos de dormir sobre la nada mullida escalinata de Praterías, que ya hay que tener ganas de transgredir. Todo eso seguirá pasando sin que nada más pueda hacerse al respecto que concienciar. Porque contra la ausencia de sentido común solo cabe la pedagogía. Y los informadores están para eso. No son serenos que tengan encomendada la custodia de las llaves de la ciudad ni la vigilancia de sus calles. Pero este debate se abre a otros todavía más complejos. Porque a la misma Compostela acogedora que sufre a los cafres también llegan los visitantes que complican encontrar mesa en los restaurantes o que disparan por encima del 90 % una ocupación hotelera que durante el resto del año se nutre en buena parte del turismo de congresos o de desplazamientos por motivos laborales. Por eso se trata de un ámbito tan sensible y por eso, en el debate sobre el modelo de turismo que se quiere, es necesario delimitar con nitidez unos comportamientos de otros. Y lo mismo habrá que tener en cuenta al abordar el posible encaje de la tasa. No sea que grave la estancia del que gasta y no la del que aúlla o duerme al raso.