La Voz de Galicia

Una caminata sin despegarse de la gran curva que describe el Tambre después de Sigüeiro

Santiago

Cristóbal Ramírez santiago / la voz

La ruta concluye en la playa fluvial de Chaián

09 Nov 2024. Actualizado a las 05:05 h.

El Tambre se salvó siempre por el puente medieval de Sigüeiro, del siglo XIV y reformado en la centuria siguiente por el poderoso caballero de Pontedeume Fernán Pérez de Andrade, de sobrenombre O Bo por la cantidad de obras públicas que impulsó. No hay que descartar en absoluto que quizás existiera antes uno de madera, algo muy probable.

Por ahí, por Sigüeiro, dejaron atrás el río docenas de miles de peregrinos que desembarcaban siempre en A Coruña (excepto que las corrientes o los vientos los llevaran a alguna otra parte, de lo que no hay constancia) y continuaban por el hoy llamado Camino Inglés, una ruta jacobea que en la actualidad se ve amenazada por inventos varios a cuál más curioso. Y también ahí, al comienzo de la obra medieval, se alza desde el 2017 la estatua que recuerda a Margery Kempe, la primera peregrina inglesa —que se sepa— que recorrió ese itinerario.

Para seguir el curso del Tambre lo mejor es cruzarlo e inmediatamente, entre casas, arranca un camino que desde la carretera nacional a Santiago de la que forma parte el puente ni se intuye. A partir de ahí es territorio idóneo para caminantes o ciclistas, sin que lógicamente haya circulación alguna. Sí hay algún desvío a la diestra para encontrarse con el río, pero salvo para los amantes de la fotografía no merecen la pena, no se descubre nada especial.

Luego no queda más remedio que pisar asfalto para llegar al pequeño núcleo de Os Mallos. Si hay coche de apoyo, resulta posible alcanzarlo, por supuesto, cogiendo el desvío a la derecha antes de la gasolinera de Sigüeiro, continuando el bien señalizado Camino Inglés, llegando a A Caluba, cruzando por encima la AP-9 y siguiendo todo recto.

En cualquier caso, en el medio de la gran curva a la izquierda de Os Mallos los andarines deben elegir el camino descendente (de tierra, obviamente) en la dirección contraria. Eso sí es algo que realmente merece la pena porque conduce al viaducto que salva el Tambre en un punto magnífico, espectacular, sin par: el encuentro de esa corriente con su afluente Lengüelle. Cualquier calificativo positivo se queda pequeño. El viaducto, por cierto, es ahora mismo el comienzo de la Vía Verde Compostela-Tambre-Lengüelle.

CRISTÓBAL RAMÍREZ

Existe un camino, ciertamente no muy cómodo pero transitable, que lleva a O Castro en media hora o unos minutos más. Otra vez: por supuesto es posible ir en coche por asfalto vía Os Muíños y Paradela de Arriba. Desde O Castro la parada siguiente es Paradavella, mucho más bonita desde lejos que desde cerca, con un hórreo interesante.

Vuelta a repetir: bordeando siempre el Tambre que ahí describe una enorme curva, el siguiente destino es el definido por el topónimo Casa do Barco, que ya indica claramente que por ahí se podía cruzar porque debió de haber barquero. Y el otro punto de referencia es Neiro (de Arriba y de Abaixo), que se debe dejar en un nivel superior a la izquierda.

Antes de Insuas la pista va literalmente pegada al río, mientras a la otra mano queda la vieja vía del tren que en no mucho tiempo pasará a formar parte de la mencionada vía verde.

La ruta es desde luego de sobresaliente si quien discurre por ella está acostumbrado a andar o a dar pedales. Remata en una carretera y en un cruce que invita a salvar de nuevo un Tambre ahí muy ancho y a pasar a la orilla derecha. La mayor parte de los compostelanos identificará el lugar en que se encuentran, que no es otro que la playa fluvial de Chaián.


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