El colegio A Ramallosa de Teo cumple cincuenta años más joven que nunca
Teo
El CEIP inicia el 17 de enero un ciclo de actividades conmemorativas
23 Dec 2024. Actualizado a las 22:43 h.
El 14 de abril de 1975 era lunes, estudiantes de Filosofía de la USC se encerraron en la facultad, los cines proyectaban «El coloso en llamas», el mundo estaba muy pendiente de la guerra de Vietnam y se inauguraba el colegio de A Ramallosa agrupando a mitad de curso alumnado disperso por varias parroquias de Teo.
Muchos son los colegios de Galicia que cumplirán medio siglo el año próximo, pero muy pocos son los que, al menos que se sepa, tienen pensado celebrarlo por todo lo alto. Y el Colexio de Infantil e Primaria de A Ramallosa es uno de ellos. La emoción por una fecha tan señalada se respira en el ambiente de este centro, en el que hoy se forman 363 escolares y que llegó a superar los cuatrocientos cuando las aulas podían tener 40 niños. La alegría y el colorido que rezuman las paredes por tamaña celebración contrasta con el desangelado diseño del edificio, que hace cinco año se sometió a una profunda reforma que se olvidó del ascensor, por lo que la erosión de sus escaleras es uno de los elementos que delata la verdadera edad del inmueble.
En la primera planta del colegio, superada esta barrera arquitectónica, la comisión encargada de organizar el aniversario se reúne en el despacho del director del centro, Rafael Vilar Seoane, para dar a conocer la aventura en la que están trabajando, y que comenzará con un emotivo acto el próximo 17 de enero. Pablo Campos Gulías y Francisco Nanín Castro son los profesores más veteranos del colegio, al que se incorporaron en el año 2000. A punto de cumplir 60 años, afrontan con especial emoción este aniversario, ya que coincide con su jubilación, y en cuya organización están muy implicados. Ambos llegaron de dos colegios distintos de Boiro para impartir clases de educación física. Esa fue una de las revoluciones del centro, porque formaban parte de las primeras generaciones de docentes especializados en esta materia, especialmente denostada. «O outro día falaba dunha clase do que era o ‘potro', e tiven que ensinarlles unha foto porque non sabían o que era», relata Pablo, que llegó al colegio con cierto vértigo emocional, ya que sus padres también fueron profesores en él. «Cando empecei, eu só era o fillo de Teodoro e Mari Carmen», recuerda con un orgullo que parcialmente comparte Rafael, ya que la hija del director del centro también es profesora y no descarta, si es posible, incorporarse a la plantilla de este cole para engrosar la privilegiada lista de «ramalloseiros e ramalloseiras», un término acuñado hace tiempo en este colegio teense para demostrar que formar parte de él «é todo un sentimento», como reconoce Berena Fontenla Turnes, docente de infantil de 38 años. Esta profesora llegó al colegio de A Ramallosa hace cuatro años para acercarse a Santiago, su ciudad natal en la que también vive. «Soliciteino porque era un colexio con moi boa fama, e compañeiros que xa estiveron ou pasaron por aquí falaban moi ben del, e enseguida corroborei que era así», relata sin ápice de arrepentimiento. De hecho, los más veteranos del colegio teense reconocen que las plazas en este centro educativo están muy demandadas por la cercanía con Santiago y el ambiente de familia que hay en el centro, algo que contribuye a que la plantilla se mantenga en el tiempo, hasta la jubilación.
Como buena «festeira», Berena forma parte de la comisión organizadora del aniversario y se reconoce especialmente emocionada con el acto inaugural de enero y la traca final de junio. «Aínda que levo pouco tempo aquí, síntome ramalloseira de corazón, e esta festa faime moita ilusión porque dende que cheguei aquí lévase falado moito dos cincuenta anos colexio», añade emocionada pero un tono de cierta amargura, ya que no se imagina cómo será el día a día en el colegio cuando Pablo Campos y Francisco Nanín se jubilen pero sin dejar de ser «ramalloseiros». «Van deixar un oco que dificilmente se vai poder suplantar con outras persoas», se lamenta minutos después de que Francisco Nanín resuma con un simple «porque me gusta a festa» la razón por la que se embarcó en esta aventura. De ellos y del resto de compañeros Ana ha aprendido que en el colegio de A Ramallosa «unicamente tes que deixarte levar por eles e vir cunha mentalidade de non pecharte na clase».
El crecimiento demográfico de Teo posibilita que varias generaciones de la misma familia estudiasen en el CEIP A Ramallosa, con un particular efecto llamada de antiguo alumnado que ahora se encarga de formar a las nuevas generaciones. Este es el caso de Alba Botana Iglesias, vecina de Oza y profesora de Audición e Linguaxe. A sus 30 años recuerda perfectamente el primer día como alumna en A Ramallosa: «Cheguei con oito anos porque viña dunha unitaria e teño moi bos recordos desa etapa. Cando fixen as prácticas tiña claro que quería facelas aquí para volver a eses recordos». Ahora está como docente con plaza provisional y sonríe al preguntarle cómo fue su primer día en esta última etapa: «Estaba temerosa e dicíame ‘teño que facelo moi ben porque teño de demostrar que me ensinaron ben'», resume mientras profesores que le dieron clase asienten al unísono.