Vecinos de los hermanos acusados por el crimen de Toques dicen que les tenían miedo
Toques
Los procesados declararán al final del juicio por la muerte de un hombre al que supuestamente calcinaron en un monte junto a su coche
05 Jul 2023. Actualizado a las 18:31 h.
Manuel y Marcial Carreira Barral, los dos hermanos de Sobrado dos Monxes a los que se les acusa de matar y quemar a su vecino Julio Lea Casal eran dos personas «muy temidas» en la aldea. Así lo afirmaron varios testigos que acudieron a declarar este miércoles a la Audiencia Provincial de A Coruña. Ahí se escucharon cosas como que «hubo gente que vendió las fincas que rodeaban a las de los procesados para evitar tenerlos cerca». Incluso un hombre llegó a pensar en matar a su propio perro para que no molestase a los acusados, puesto que en una ocasión se habían quejado del animal. Nadie quería el más mínimo roce con los Carreira, que se acogieron a su derecho a declarar al final del juicio.
La coartada de los acusados, según una de las defensas ejercida por Diego Reboredo, es que cuando se produjeron los hechos estaban en una de sus propiedades para atender el parto de una vaca. Sin embargo, uno de los veterinarios de la zona ha dicho que, según sus notas, el parto había sido el día 22. Según la Fiscalía, en aquella jornada los acusados se encontraron con la víctima en Sobrado. Mantenían diferencias desde prácticamente la niñez. Sus rencillas venían de lejos, pues sus familias ya no se llevaban bien y habían tenido algún que otro episodio violento.
Golpes en la cabeza
En un momento dado, según la acusación pública, lo golpearon en la cabeza hasta darle muerte. Luego, los hermanos llamaron a un primo para pedirle el favor de que les ayudase a deshacerse del cadáver. Y este aceptó, dice el fiscal. Así que entre los tres se desplazaron al lugar de Capela, en la localidad de Toques, donde «todos ellos o tan solo alguno pero con el conocimiento y consentimiento del resto», procedieron a quemar el coche y el cuerpo de la víctima con un bidón de gasolina, lo que también provocó un incendio en el que se calcinaron 35 hectáreas.
El juicio por estos hechos comenzó ayer y continuará durante esta semana y la siguiente. La Fiscalía los acusa de un delito de homicidio por el que pide que sean condenados a 17 años de prisión.
En la primera sesión, una vez elegidos los miembros del jurado, declararon vecinos y una hermana de la víctima, que reconoció que le tenían miedo a los procesados. Esta mujer recordó que ya habían agredido a un pariente con anterioridad. «Nos hacían temblar», sentenció. Quienes no quisieron testificar fueron los familiares directos de los acusados. Vecinos de la zona explicaron que los procesados eran personas «problemáticas y violentas». Uno de ellos llegó a decir que la gente que tenía tierras alrededor de las suyas, decidieron venderlas para no tener choques o, al menos, evitarlos.
Las defensas de los procesados defendieron ante el jurado que no hay «ninguna prueba directa ni ninguna prueba objetiva» que los vincule con los hechos. La mujer de uno de los acusados y su hija se han acogido a la dispensa de no declarar en el proceso, si bien lo habían hecho en las primeras fases del mismo. Una hermana del fallecido ha mantenido que «siempre» fueron «muy conflictivos» y ya habían agredido al padre de la víctima y a otro pariente. «Mi hermano me comentaba que tenía mucho miedo, que le iban a hacer algo. Temblaba de miedo», aseguró.
«Marcha todo el mundo»
Un vecino explicó que le dieron con un palo en la cabeza un día y otro relató que en el vecindario la gente vendía sus propiedades para no residir junto a los acusados: «Marcha todo el mundo», explicó este testigo.
Lo sucedido se descubrió gracias a los servicios de extinción de incendios de la Xunta, que localizaron un cuerpo completamente calcinado en una zona forestal de Toques (A Coruña) a la que acudieron para sofocar un incendio, supuestamente provocado por estos dos hermanos para deshacerse, ayudados por su primo, del cadáver de Julio Lea Casal.
Según recoge el escrito de Fiscalía, los hermanos, que residían juntos, y el fallecido, de 59 años, eran vecinos de la misma parroquia. Sus casas se encontraban a poca distancia y su relación era muy mala desde hacía muchos años, con continuos enfrentamientos y «rencillas familiares» que eran conocidas en la zona.