¿La estatua de Mazarelos en el Obradoiro? ¿Una fuente en la plaza Roxa? Estos son los monumentos de Santiago que han mudado su residencia
Vivir Santiago
La estampa de la ciudad no ha permanecido inalterada al paso del tiempo, pero llama la atención la cantidad de piezas que han encajado en lugares hoy impensables
05 Aug 2023. Actualizado a las 13:30 h.
Compostela, quién te ha visto y quién te ve. Las innumerables caras que hoy tiene la ciudad son fruto de un avance histórico que ha hecho mutar Santiago en un popurrí de estilos arquitectónicos al alcance de pocas capitales. Pero lo que más puede sorprender a propios y extraños es que a lo largo de todos esos años las piezas que componen calles y plazas, como estatuas y fuentes, han ido rotando de manera que lo que hace unas décadas era habitual hoy es impensable.
¿Quién diría que la estatua de Montero Ríos, hoy bien asentada en Mazarelos, pudiera haber estado en el Obradoiro? Pues quizás los mismos que podrían haber apostado a que la fuente de San Roque estuvo en Mazarelos, supliendo casi sin querer a la escultura del político. Basta recorrer las calles históricas de Santiago de Compostela para ver que es una especie de puzle donde todo encaja en cualquier sitio, si se quiere.
Una fuente en la plaza Roxa
Si alguien de menos de 35 años se pone a pensar, no recordará en la plaza Roxa más que obras, además de la explanada con la que hoy cuenta, con bancos y marquesinas. Pero durante las últimas décadas del siglo XX llegó a contar con hasta dos fuentes distintas. En 1969 se proyectó una que hoy está en Vite, en la rúa de Alexandre Bóveda, donde languidece sin actividad ni cuidado.
Tras ella, se instalaría otra, datada de 1990, que fue trasladada durante esa misma década al polígono del Tambre, un lugar que a priori nada tiene que ver con el inicial. Al menos su mudanza fue más sencilla que la de la fuente anterior, que tuvo que ser trasladada piedra a piedra, como hace siglos se movían las iglesias y los edificios en general cuando hacía falta.
La plaza del Obradoiro, ¿con estatua?
Y no con una cualquiera, sino con una escultura de don Eugenio Montero Ríos, que había fallecido dos años antes de la instalación de la escultura. La inmaculada plaza del Obradoiro, llamada en aquellos momentos «de Alfonso XII», iba a ser el lugar donde, casi mediante paracaídas, aterrizaría Montero Ríos con oposición de casi el total de la ciudadanía, excepto de sus instituciones, con la última pleitesía al político entre ceja y ceja.
Fue de hecho el alcalde, Luis Blanco Rivero, quien se empeñó en que tuviese su reconocimiento el célebre político, patrón del régimen caciquil de finales del siglo XIX. La estatua todos la conocemos, pues hoy preside la plaza de Mazarelos, pero las crónicas de la época cuentan que nadie la quería y menos para el Obradoiro. La obra, producto del taller del escultor Mariano Benlliure, costó 20.000 duros a los compostelanos, abonados 5.000 por adelantado.
Cuando el agua corría por Mazarelos
Aunque a día de hoy quede un resquicio de todo aquello, con forma de minúsculo caño olvidado, en la plaza de Mazarelos siembre hubo una fuente. Hay que recordar que los manantiales abundan en Compostela, a pesar de que a veces brillen por su ausencia las fuentes en la superficie, y en la plaza que hoy alberga la facultade de Filosofía no era así. En ella se arremolinaban sobre todo las mujeres de principios del siglo, hasta la década de los veinte, que fue cuando la plaza perdió su fuente.
Esa misma se fue a parar a San Roque, mientras que para allá se fue la estatua de Eugenio Montero Ríos que hasta ese momento estaba en el Obradoiro. La figura de bronce del notable jurista compostelano, una de las cabezas visibles de la más alta política de finales del siglo XIX, cada uno sabrá con qué méritos, fue trasladada en 1928 a su ubicación actual, doce años después de ser inaugurada entre polémica en la plaza del Obradoiro.
Históricamente, en San Roque, nunca hubo fuente
Después de que saliese de Mazarelos, la fuente que allí siempre hubo hasta que Montero Ríos ocupó su lugar, se fue a la Alameda. Visto que allí ya había bastantes fuentes, o porque no casaba con el entorno, o ambas, las autoridades que dirigían el Santiago de los años setenta tuvieron a bien mover la fuente a la plaza de San Roque.
Allí, en esa plaza paralela a la rúa do Hospitaliño, no hubo nunca fuente. Cuando llegó, después de servir para rellenar sellas y botijos durante su vida en Mazarelos, se convirtió con el paso del tiempo en un adorno, gracias a la llegada generalizada de agua corriente a las casas.
¿Una fuente en la plaza de Abastos?
En una pretérita plaza de Abastos, que nada tiene que ver con la de hoy, emanó agua por sus caños una majestuosa fuente de mármol blanco, única en Galicia, al no ser para nada frecuente la utilización de este material para las obras públicas. Esta fuente, que hoy está en la Alameda, fue un primer intento por dar un lavado de imagen al mercado, que en aquellos años consistía de una continuación de estructuras metálicas.
La fuente estuvo allí durante los años veinte del siglo pasado y su estancia fue más bien reducida. Al poco tiempo el cambio para la plaza de Abastos compostelana fue de calado, construyéndose edificios de corte neorrománico para sustituir al viejo Mercado de Ferro, que parecía no casar lo suficientemente bien con la estética compostelana, dominada por la pierda medieval o por lo que pretende imitarla.
La fuente, imponente y completamente blanca, se puede encontrar hoy el Paseo de las Palmeras de la Alameda, aunque no aterrizó allí de primeras tras salir del mercado. Sí lo hizo en el mismo parque, pero en su paseo central, teniendo hoy en día una posición mucho menos protagonista.
La Minerva que preside Química comandó Historia
Obra de Xosé Ferreiro, escultor nacido en Noia, la estatua de la diosa Minerva y todo su grupo escultórico datan de 1803 y desde ese año fueron los encargados de dar la bienvenida a todo aquel que accediese a la sede de la Universidade de Santiago, en lo que hoy es la facultade de Xeografía e Historia, en plena zona vieja compostelana.
Si bien permaneció prácticamente un siglo vigilando la puerta de ese edificio, se trasladó a primeros del siglo pasado al colegio de San Clemente de Pasantes, al pie de la Alameda, donde hoy se encuentra el instituto Rosalía de Castro de educación secundaria y Bachillerato tras pasar por numerosas ocupaciones (de museo arqueológico a facultad de Derecho, desde su fundación en 1610.
Al estar a ras de suelo, pues en San Clemente estaba en el claustro y no en la fachada, fue más violentada por las actividades humanas. A mediados del XX se trasladó a la fachada de Química, donde ha ido envejeciendo sin los cuidados necesarios para una escultura neoclásica que este 2023 cumple su 220 aniversario.