La historia tras el vuelo anunciado en gallego en el aeropuerto de Londres: «Fue una sensación indescriptible»
Vivir Santiago
El escritor Jordi Cicely fue el maestro de ceremonias del embarque en Gatwick del avión con destino a Santiago
01 Sep 2023. Actualizado a las 21:53 h.
La megafonía del aeropuerto de Gatwick, en Londres, sorprendió a todos durante la mañana de este miércoles, y más a los viajeros que esperaban su vuelo con destino al aeropuerto de Lavacolla, a Compostela. «Bos días, señoras e señores pasaxeiros do voo que vai destino Santiago —se escuchó decir por los altavoces, en perfecto gallego—, comezamos o embarque, primeiramente os speedy boarding, seguidos das persoas que necesiten de asistencia especial. Xa poden comezar co embarque, moitas grazas».
No era otro que Jordi Cicely, lucense de Friol, escritor y, en esta ocasión, pasajero de un vuelo que hacía escala en el Reino Unido desde Turquía para terminar en Santiago. Cicely trabajó en Gatwick para la compañía Easy Jet y por eso ha podido vivir este momento tan especial en el que, con el beneplácito de sus excompañeros, anunció en gallego a través de la megafonía el vuelo entre la terminal inglesa y la compostelana, «haciendo historia, además», porque, seguramente, «habrá sido la primera vez que algo así pasa en Gatwick». Y no solo anunció el vuelo, sino que también registró su embarque y el de su pareja, «aunque podría haber dado cuenta de todos los pasajeros, si me hubiesen dejado», comenta entre bromas, ya sobre territorio gallego.
«Fue una sensación indescriptible, llena de viejos recuerdos, pues me estaban cediendo mi antigua silla para poder comunicarme con todos mis paisanos en nuestra lengua, que pregunté si podía usar después de hacer también el anuncio en inglés». Quiso de esa manera trasladar a todos los gallegos que esperaban en la puerta de embarque «el primer olor de nuestra tierra», pues él sabe mejor que nadie lo que es estar fuera de casa y tener la tensión del volar. «Esa yo la tengo superada, pero a la hora de hablar por la megafonía me puse muy nervioso por lo que significaba el momento». La gente se le quedó mirando, los ingleses sobre todo, pero por el orgullo que sintió «valió totalmente la pena».
Todo se fraguó gracias a la amistad que todavía conserva con sus antiguos colegas. «Recuerdo momentos fabulosos allí, junto a ellos, también tensos, pero de esos que hacen que un equipo esté unido, pues nos veíamos rendir ante la adversidad y eso era como pegamento», rememora. Tal era la conexión que, ya en el primer vuelo, de ida a Turquía, la escala en Gatwick sirvió para que muchos de sus viejos amigos lo saludasen para recordar anécdotas, algo que le parece «un premio extraordinario de la vida, esa amistad tan duradera y fiel y más en un contexto en el que se ven miles de caras cada día, como es el gigante Gatwick».
«Yo empecé facturando maletas sin tener prácticamente ni idea de inglés, hasta el punto de que me quisieron despedir por eso. Lo que me salvó fueron mis ganas de trabajar y de aferrarme a un futuro en Londres, una ciudad que siempre me apasionó», explica. Mejoró tanto que con el paso del tiempo su nivel de idiomas le permitió ocupar el mostrador de información para viajeros, hablando con cualquiera que necesitase ayuda y resolviendo sus problemas, «tocase el acento que tocase».
Él siempre había querido vivir una temporada en Londres, por lo que cuando vio su momento, no se lo pensó: «Yo estuve trabajando en el aeropuerto de Gatwick entre los años 2015 y 2017 como agente de pasaje. Estaba en el paro en Galicia y se me ocurrió registrar mi currículo en la sección Eures del SEPE, para encontrar empleo a nivel europeo. Para cuando ya me había olvidado de eso, de repente me llamaron para hacer un curso preparatorio en Santiago de este puesto que luego conseguí en Gatwick, al cabo nada más de quince días desde que me empezara a formar».
Para él fue todo un alivio, a nivel tanto laboral como emocional, recordando aquellos años en las terminales londinenses como una de las mejores etapas de su vida hasta ahora, «luego de pasar por momentos difíciles justo en el tiempo inmediatamente anterior a ese». Allí pudo conectar con muchas de sus pasiones, como la música o muchas de las facetas culturales inglesas, que le atraen desde siempre: «Antes tenía la sensación de que no servía para nada y lo que vino durante esos años en Londres me cambió la vida».
Fue de hecho en Londres, trabajando como agente de pasaje en Gatwick, cuando nació otro de sus modos de vida a día actuales, otra de sus pasiones, la de escribir. Allí comenzó su novela Mariela envenena mis sueños, que actualmente tiene el «orgullo de decir que es un superventas, con varios carteles de "todo vendido" en tantas otras ferias de literatura».
Se define también como un viajero empedernido, hasta el punto de que ha visitado ya 32 países de todo el mundo. «Allí, durante mi estancia en Londres, se juntó todo, mi pasión por la escritura y por conocer y no parar de visitar nuevos territorios y nuevas experiencias, que realmente me han hecho feliz y la persona que hoy soy», recalca. Por supuesto, en las semanas y meses iniciales lo pasó mal, «ya que Gatwick es un aeropuerto que exige muchísimo debido al enorme tráfico que tiene», pero su recuerdo general es positivo: «Para llevar mejor esos momentos complicados estaban mis compañeros, que hoy me han permitido retomar aquel trabajo del que tanto disfruté y aquellas sensaciones que tan dentro se me quedaron».