La Voz de Galicia

La espectacular boda en Arzúa inspirada en una verbena, con tómbola, noria, casetas y atracciones, que enamora en las redes

Vivir Santiago

O.S. Santiago

Nacho Varela e Iria Sesar, un conocido sumiller y la dueña de una céntrica farmacia de A Coruña, se casaron este mes en el 1930 Boutique Hotel. Durante el enlace no dejaron de sorprender a sus invitados, incluso con una «posboda» que incluyó pulpeira y sesión de tardeo. Varios asistentes la califican como la «boda del año»

31 Jul 2024. Actualizado a las 22:04 h.

La boda se celebró el pasado 6 de julio, pero su eco aún resuena en las redes sociales, donde los invitados no cesan de recordar momentos de la que ya califican como «boda del año». El enlace tuvo lugar en el 1930 Boutique Hotel de Arzúa, un establecimiento regentado por la familia del novio, Nacho Varela, conocido sumiller y responsable —también, junto a su familia — del restaurante Casa Nené, en la misma localidad arzuana.

«A pesar de que la novia, Iria Sesar, regenta en A Coruña una céntrica farmacia -—la de la esquina de la calle San Andrés con Juana de Vega—, su familia paterna es de Arzúa. Nacho también es de la localidad, y fue allí, en unas fiestas del Carmen, donde ambos se conocieron en el 2011. Trece años después, ambos tenía claro que su boda tenía que ser en Arzúa», explica una de las personas, cercanas a la familia, que se encargó de gestionar un espectacular enlace.

«Fue la madre del novio, florista y decoradora, y que lleva en la localidad el negocio La Tienda de Marta, de quien partió la idea de inspirar el evento en una verbena gallega, para que fuese una auténtica fiesta. Desde el primer momento toda la familia se volcó para transformar el hotel familiar para la ocasión. Hace meses se contactó ya con distintas empresas, así como con carpinteros. Todas las casetas, de feria, se hicieron a mano. El establecimiento tuvo que adaptarse para acoger a los 220 invitados. Se alquiló una estructura de tipis que se ubicaron por el jardín y el comedor», señala, repasando los múltiples detalles que singularizaron el llamativo enlace.

Boda de Nacho e Iria en el 1930 Boutique Hotel de Arzúa

Tras la ceremonia religiosa, celebrada en una céntrica iglesia de Arzúa, los novios fueron acompañados hasta el hotel por la banda de gaitas Agarimo de Catabois, de Ferrol. Ya en el recinto familiar, tuvo lugar un cóctel, amenizado por un cantante, Lexter, que no dejó de interactuar con los asistentes. «Algo que causó también sensación fue la presencia de un torcedor de puros, que los elabora en el momento», pone en valor.

Tras el banquete, llegó el baile nupcial, que tuvo lugar en una piscina redecorada con flores, otro momento clave al que siguieron fuegos artificiales y un vídeo, proyectado sobre una fachada, con imágenes de los novios.

«Terminada la grabación y, ya a oscuras, hubo como un fogonazo y se iluminó la zona de feria, instalada en donde está el párking del hotel. Por una rampa, los invitados fueron conducidos entonces a una primera caseta, donde se les dio dinero, falso, para gastar en una tómbola —los billetes ponían The United States of Arzúa—, así como tickets para asistir a las atracciones. Todos dicen que ya alucinaron», admite feliz.

Cedidas por F2 STUDIO

«En la tómbola los asistentes pudieron ganar desde embutidos o un queso de Arzúa a peluches clásicos. También hubo quien probó su puntería en una caseta con una escopeta de balines. Entre las atracciones muchos destacaban la noria y el toro mecánico así como puestos como uno de palomitas y otro de algodón de azúcar. Fueron dos horas muy divertidas, tras la que ya se volvió a la finca para continuar la boda», añade, aclarando, aún así, que las sorpresas no cesaron.

«Los novios decidieron cambiar la preboda por una posboda a la que asistieron la familia y amigos más cercanos, en torno a 100 personas. En la zona de tipis se programó como una sesión vermú, con callos, ensaladilla o una pulpeira. Ya por la tarde se programó un tardeo, con gintonics o cafés. Ese rato se amenizó con un grupo andaluz, que versionaron canciones actuales en plan rumba. La fiesta acabó con el novio, su padre y su ya suegro, vestidos, lanzados a la piscina por los amigos entre aplausos y risas», evoca sonriendo la organizadora.

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«Si algo les dijimos a los novios es que nos parecía que le habían hecho un regalazo a los invitados. Todo estaba pensado para que ellos disfrutasen y viviesen la boda a tope: desde una cuidada gastronomía elaborada por el equipo del hotel, pasando por la música en directo, una decoración muy especial y conectada entre los distintos momentos del día, a toda la papelería diseñada exprofeso o cuidando hasta el mínimo detalle, como con un photocall en el que los podían inmortalizarse como si fuesen foto de portada de la revista Vogue, y que triunfó», encadena.

«El lunes queríamos hacer como un vídeo para los novios, pero ya no hizo falta. Todos los asistentes no pararon de celebrarlo en redes con múltiples fotografías o vídeos», concluye.


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