«Miércoles», «Willow» y «Las amistades peligrosas», los clásicos reviven en la tele

«Una solo se casa para mejorar», decía la madre de mi amiga Tiqui. Y una solo se retoca para lo mismo, añado. Este enunciado, válido para los matrimonios y para los caretos ajados, también lo es para los contenidos audiovisuales en particular y para el patrimonio artístico-cultural en general. Hay que pensarlo muy bien antes de actualizar algo que no necesita actualización. Y hacerlo, siempre, con el fin de enriquecer el original, y no con el de enriquecerse.

Ya lo hemos visto en el cine: para evitar correr el más mínimo riesgo y recuperar la inversión, llevan años asegurando el tiro con sagas, remakes, precuelas, secuelas y todo lo que haga falta para contentar a un espectador que quiere saber qué se va a encontrar cuando sale de su casa para entrar en una sala. Si a eso añadimos que la nostalgia vende y que muchos padres desean que sus hijos pequeños conozcan a sus héroes de la infancia, nos topamos con el caldo de cultivo perfecto para que el cine se dedique a revisar los clásicos.

Por esos motivos, la originalidad, el riesgo y la vanguardia han ido circunscribiéndose casi en exclusiva a los festivales de cine. O a las plataformas digitales, el último bastión de la imaginación audiovisual: lo que no se podía exhibir en pantalla grande por miedo a que no atrajera a suficiente público, o a que en EE.UU. fuera calificado solo para adultos (lo que es casi ‘el beso de la muerte’ para cualquier película), se llevaba a la pantalla pequeña.

Pero ahora, ya sea porque la saturación del mercado hace difícil que nuevas series tengan cabida, ya sea porque las reglas están cambiando y plataformas como Netflix han empezado a decidir sus producciones en base a las «tasas de comportamiento» (Neil Gaiman, creador del cómic de The Sandman y guionista de la serie, ha pedido en Twitter que los seguidores la vean íntegra para asegurar su continuidad, puesto que, en estos momentos, lo más importante es ver la serie completa), parece que las plataformas comienzan a apostar sobre seguro. De ahí que, este mes, lleguen Miércoles a Netflix, Willow a Disney+ y Las amistades peligrosas a Lionsgate+. 

La ventaja de ser tan vieja (y necesitada de retoques, que también) es que una ya ha visto más productos basados en familias monstruosas de los que puede recordar. En los 80, La familia Monster se emitía en La bola de cristal, con la maravillosa Yvonne de Carlo haciendo de Lily Munster y el gran Valeriano Andrés poniéndole voz a Herman Munster. La CBS había estrenado la serie en EE.UU. en los 60, casi al mismo tiempo en el que la ABC emitía The Addams Family. Después vendrían las películas, las versiones de animación y todo lo demás. Pero Miércoles, la serie derivada en en acción real de The Addams Family que estrenará Netflix este miércoles 23 de noviembre, parece apetecible: centrada en el personaje que Christina Ricci ya había interpretado a las órdenes de Barry Sonnenfeld en los años 90 (Ricci también aparecerá en la serie, pero no interpretando a una Miércoles adulta), está dirigida por Tim Burton. Y su adelanto promete humor negro a raudales.

También soy lo suficientemente mayor como para recordar que Willow no fue muy bien recibida cuando llegó a las salas. Su reivindicación comenzó al dar el salto al VHS, para terminar consagrándose como una joya del cine de aventuras, e incluso como una de las pocas películas feministas de la época y del género. Lucasfilm la ha convertido en serie para Disney+, donde se estrenará el 30 de noviembre, y Ron Howard, director de la película original y creador de los personajes junto a George Lucas, es el productor ejecutivo de esta nueva versión. Además, y como en el caso de Miércoles, echan mano de alguno de los intérpretes originales para hacer un guiño al público más nostálgico: Willow será interpretado por Warwick Davies, el mismo actor que dio vida al personaje hace más de tres décadas.

Una difícil papeleta

Otra cosa es la adaptación de Las amistades peligrosas, ya en Lionsgate+. Ahí tocamos en hueso: nada puede mejorar las películas realizadas por Stephen Frears en 1988 y Milos Forman un año después. Tan solo porque cada uno de los directores puso en primer plano a dos grandísimos actores para representar al Vizconde de Valmont (John Malkovich en la de Frears y Colin Firth en la de Forman), ya tendríamos que postrarnos de hinojos ante cualquiera de las dos lecturas del clásico francés. Claro, que el carácter de precuela de la serie evita que la comparación con sus mayores sea sangrante: la acción se desarrolla en el momento en el que Valmont y la marquesa de Merteuil son unos jóvenes amantes en vísperas de la Revolución Francesa. Esperemos que la obra de Choderlos de Laclos, tan manoseada como para dejarnos a aquel dúo que perpetraba Estoy por ti, además de una terrible adaptación juvenil en Netflix en forma de película, sea tratada con el respeto inmenso que se merece en esta versión.

Si de meter a los clásicos en el quirófano para rejuvenecerlos se trata, yo votaría por Retorno a Edén, aquella mamarrachada australiana de los 80 en la que su protagonista era arrojada a un río lleno de cocodrilos por su marido, que le era infiel con su mejor amiga. Pero la incauta sobrevive y, con la ayuda de un cirujano plástico, reconstruye su cara y su cuerpo y vuelve convertida en una supermodelo que busca venganza. Aquí sí que había lifting de verdad.