«Ted Lasso» afronta su última temporada
Plata o plomo
El entrenador, al que da vida Jason Sudeikis, tratará de que el AFC Richmond haga un buen papel en su regreso a la Premier League, con el utillero Nate convertido en villano
25 Mar 2023. Actualizado a las 05:00 h.
Todo lo que sube tiende a bajar. Eso es lo que pronostican los medios de comunicación en torno a Ted Lasso, el entrenador de fútbol americano que desde hace tres temporadas lleva las riendas del AFC Richmond, un equipo de fútbol inglés que en la temporada anterior logró ascender nuevamente a la Premier League, la máxima categoría del fútbol de Inglaterra. La prensa generalista y los periódicos y blogs deportivos ingleses están convencidos de que el éxito que ha logrado el carismático entrenador, al que da vida un brillante Jason Sudeikis, es flor de un día, así que a la hora de elaborar sus predicciones de cara a la nueva temporada colocan al equipo en el último puesto de la tabla. Ante esas informaciones, la confianza del club no está en su mejor momento.
Es el punto de partida de la tercera y última entrega de Ted Lasso, una de las comedias más celebradas de los últimos años y la sitcom que dejó claro que otro humor blanco era posible. Con esta nueva tanda de doce episodios, Apple TV+ despide una ficción cuyos orígenes son curiosísimos y se remontan al año 2013.
NBC Sports se acababa de hacer con los derechos de emisión de la Premier League e hizo piña con Sudeikis para promocionar la adquisición. Así crearon a Ted Lasso, un entrenador de fútbol americano procedente de la ciudad de Kansas que llegaba a Londres y se enfrentaba por vez primera a la realidad del fútbol inglés. Aquel choque cultural se hizo viral y las promociones —se hicieron dos vídeos, en 2013 y 2014— recibieron más de veinte millones de visualizaciones Sudeikis era consciente de que tenía algo bueno entre manos. «Después de hacer el segundo vídeo, vimos que había elementos del personaje muy divertidos a la hora de escribir y retratar el mundo a través de sus ojos», llegó a explicar a la revista Sports Illustrated. Pero fue la actriz y directora Olivia Wilde, por entonces su pareja, quien en 2015 le planteó la posibilidad de hacer una serie con el personaje.
Comenzó así la ardua tarea de contar una historia que fuera algo más que una sucesión de chistes a costa del choque cultural. Sudeikis, Bill Lawrence, Brendan Hunt y Joe Kelly, responsables de la ficción, dieron en el clavo al construir un personaje maravilloso. Lasso es, en esencia, un buen tipo, un entrenador de fútbol americano que solo ha entrenado a equipos de ligas menores y que cuando recibe la llamada del AFC Richmond decide cruzar el Atlántico para poner distancia en la relación con su esposa, que no pasa por un buen momento.
Cálido y amable hasta el punto de sacar de quicio a más de uno, su llegada a Londres está llena de momentos únicos e ingeniosos. Ni siquiera conoce las reglas del fútbol cuando se pone a los mandos del equipo -es un recurso muy hábil para que quienes aborrecen el deporte rey o pasan del mismo se adentren en una ficción en la que el fútbol es solo un pretexto-, pero es capaz de entender el estado de ánimo de cada jugador, de hacer equipo y de ponerlos a trabajar juntos por un fin común. Sus buenas maneras, su humor y su optimismo acaban derribando el muro de cinismo de los jugadores y de la presidenta del club, Rebecca (Hannah Waddingham), que, en realidad, había contratado al míster con la oscura intención de arruinar al club, la única cosa que su exmarido (Anthony Head) ama.
Con los espectadores, ocurre exactamente lo mismo. Los primeros compases de Ted Lasso descolocan a cualquiera precisamente por eso porque la ficción aparta a un lado el cinismo y la mala leche que rezuman la mayor parte de las sitcoms de hoy en día y apuesta por un humor blanco que logra no caer en lo ñoño ni en lo cursi y que trata temas con una gran profundidad: desde el éxito al fracaso, pasando por la fama, el ego, la confianza o lo difícil que es asumir para una estrella del deporte que tus días de gloria han pasado. Y todo con un plantel de personajes de lujo. Ahí están Beard (Brendan Hunt), el segundo entrenador y gran apoyo de Lasso; Roy Kent (Brett Goldstein), la vieja gloria venida a menos, y Jamie (Phil Dunster), la estrella del equipo.
Una trayectoria ejemplar
«Es el final de la historia que queríamos contar», ha confirmado recientemente Sudeikis, y tiene sentido porque la línea narrativa ha sido ejemplar. Si en la primera temporada se desvelaban las verdaderas motivaciones de cada personaje y el equipo descendía de categoría, la segunda servía para reconstruir la confianza del AFC Richmond y devolverlo a la Premier League.
Daba pie, además, a uno de los elementos centrales de la tercera: Nate. El utillero, algo pardillo y deliciosamente encarnado por Nick Mohammed, se convertía al final de la segunda temporada en el gran artífice de los logros del equipo. Su humildad e inseguridad iban transmutando en una prepotencia y un ego desmedidos. Cansado de que no se lo reconocieran de la forma en la que él exigía, acababa marchándose al West Ham, propiedad ahora del exmarido de Rebecca. La serie convertía así a un secundario en todo un villano y a la segunda temporada en, como indica el propio Mohammed, la historia de su origen.
El primer capítulo ya apunta a un Lasso algo más perdido que de costumbre -echa de menos a su hijo y se pregunta por qué sigue en Londres- y traza una acertada comparación: si la gran fuerza de Ted reside en que se apoya en los demás y deja hacer a los mejores para sacar a su equipo adelante, el ensimismamiento y el orgullo herido de Nate lo han convertido en un ser aislado, soberbio y engreído. La competición va a estar al rojo vivo y, una vez más, va a ser muy divertida. Tanto que Sudeikis no cierra la puerta a que alguno de estos personajes continúe en otra ficción.