La Voz de Galicia

La misión

Sociedad

CARLOS AGULLÓ

COSAS QUE PASAN

30 Jan 2004. Actualizado a las 06:00 h.

LA diplomacia española hace extraños movimientos. Para derrocar al dictador Huseín nos embarcamos en una guerra que cada día que pasa tiene más difícil justificación. Para premiar al dictador Obiang enviamos a Guinea dos buques en visita de cortesía. Dos barcos, artillados con todos sus equipos de guerra, con sus dotaciones completas y con especialistas en operaciones especiales y en misiones de desembarco. Todo un gesto de cordialidad. Una cosa está clara en esta extraña procesión naval: un puñado de militares recibieron el encargo de dejarse ver ante la costa guineana. ¿Para advertir al dictador de que no nos gustan sus maneras? ¿Para avisar de que allí hay intereses españoles que defender? No parece que esos objetivos casen con la cortesía. La versión oficial dice que el viaje es respuesta gentil a la invitación que le hizo Obiang a Ana Palacio. Pero resulta difícil imaginar que una epidemia de ingenuidad haya arrasado los ministerios de Exteriores, de Defensa, la Oficina de Información Diplomática y hasta el Palacio de la Moncloa. No es posible que nadie haya reparado en que la presencia allí de los buques de guerra españoles es un espaldarazo al dictador. ¿Y si resulta que era justo éso lo que se buscaba ante las amenazas de inestabilidad en un país que, hace unos años, sorprendió al mundo con unas apetecibles reservas de petróleo? Y si era así, ¿actuamos por cuenta propia o volvimos a asumir el papel de vicarios que nos tocó en el reparto de las Azores? La misión quedó suspendida, pero quizá el efecto que se buscaba con el trabajo encomendado está cumplido.


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