«Moriré con las botas puestas»

«Sigo porque soy un enamorado de mi profesión y moriré con las botas puestas», dijo rotundo Elio Berhanyer, al que Cibeles homenajeó ayer con un derroche festivo y glamuroso. El octogenario modisto, con 65 años de trayectoria profesional, lloró emocionado cuando el público se puso en pie para aplaudirle. Además, maniquíes que son iconos de la moda, como Nieves Álvarez o Judith Mascó, hoy retiradas de las pasarelas, volvieron para rendir tributo al que fue uno de los avanzados de su tiempo.

Un gran revuelto gravitaba en los camerinos a punto de comenzar el desfile de este maestro, vestido con su impertérrita bata blanca y con detalles de la bandera española en una pulsera y en la solapa. Presentó nada menos que 60 piezas, 33 de ellas de noche, volumen que pocos creadores pueden afrontar. «Yo no soy como los matrimonios de hoy, yo no me separo», insiste. Se reconoce un clásico, permanece en su estilo, lujoso y marcado por la tradición. «Pero hago algún disparate porque es lo que le gusta a la prensa. Sin embargo, en las tiendas se vende lo clásico», argumenta.

Berhanyer dice que en España hay grandes diseñadores jóvenes, con los que no compite, solo que se centran más en el prêt à porter. A él le gusta la atmósfera de la alta costura, que realiza en su taller para las clientas fijas, pero en las tiendas también vende confección.

Berhanyer presentó su nueva colección para primavera-verano del 2010 (y para la puesta en escena de este año también contó con un cordobés, el compositor y productor, Miguel Ángel Ortega).

Su apuesta para la temporada hace alusión a todo el colorido de la rosa. En sport, prendas de punto en línea marinera y pantalones de algodón de corte masculino.

El cóctel y la noche se adornan con gasas, encajes y crepes para una mujer elegante y clásica. Las gasas son en un solo color o con estampados florales en prendas de corte recto, volúmenes, juegos de drapeados y palabras de honor.

Sus fieles

Para celebrar la fecha, volvieron a la pasarela nueve de las que fueron célebres maniquíes para lucir sus piezas anteriores más emblemáticas. Se sumaron Helena Barquilla, Tammy, Esmeralda Martín, Irene de la Iglesia, Natalia López, Mónica Boada y Regina Tarrow, quienes desfilaron con el aria Nessun Dorma de Puccini. El maestro salió a la pasarela con el público puesto en pie y entre una salva de aplausos. Muy emocionado, Berhanyer no pudo evitar el llanto. Entre el público, sus clásicas: la condesa de Romanones, Laura Valenzuela, Laura Dibildos, María Zurita, Paquita Torres, Marina Danko. Entre los hombres, David Meca y Roberto Verino.

Berhanyer comenzó a trabajar como modisto en 1956, abrió cuatro años después sus propios estudios en Madrid y en Barcelona. Durante su carrera fue distinguido con el premio nacional Cristóbal Balenciaga y el Campioni de Italia, que recibió junto a Courrèges y Pierre Cardin.