Cien años de deriva continental
Sociedad
Wegener dedujo que inicialmente África y Sudamérica estaban juntos, separándose después hasta alcanzar su posición actual
06 Jan 2016. Actualizado a las 05:00 h.
Hoy se cumplen cien años de la Teoría de la Deriva de los continentes debida a Alfred Wegener (1880-1930). Basándose en la coincidencia del contorno de dos continentes: África y Sudamérica, Wegener dedujo que inicialmente esos continentes estaban juntos, separándose después hasta alcanzar su posición actual.
Otros científicos (Bacon, von Humboldt y Suess) lo habían observado antes, pero Wegener mejoró la idea completándola con datos geológicos, paleontológicos y litológicos. Hace cien años se suponía que los continentes estaban formados por un material ligero, el SIAL, granitos que flotaban sobre el material mas denso, el SIMA (basaltos), que ocupaba los fondos oceánicos. Por eso los continentes se movían como témpanos de hielo desprendidos de la Antártida o del Ártico, de ahí la deriva continental. Pero los colegas de Wegener consideraban imposible que un continente, formado por roca consolidada, se pudiera mover sobre un fondo oceánico formado también por roca sólida y negaron la idea de Wegener, hasta que en 1950 el descubrimiento de la magnetización de los fondos oceánicos confirmó, en parte, las ideas de Wegener.
Aunque no son en realidad los continentes los que se mueven, sino el mosaico de placas litosféricas que cubre la superficie terrestre deslizándose sobre la astenosfera. Cuando una de estas placas incluye un continente sucede lo que Wegener observó entre África y Sudamérica. El movimiento de las placas litosféricas se produce a consecuencia del enfriamiento de la Tierra por las corrientes de convección. Y lo mas curioso es que son las corrientes de convección las que al moverse inducen el giro del núcleo externo sobre el interno en la Tierra, generando el campo magnético terrestre.
Es un proceso iniciado hace 4.500 millones de años, aun activo, y que nos protege de la radiación de onda corta que llega del Sol todos los días. Sin campo magnético, la vida en la Tierra no habría evolucionado hasta nosotros y el oxígeno generado por los organismos fotosintéticos habría desaparecido rápidamente, como el agua de los océanos, y la Tierra sería, como Marte, un planeta sin vida.