Tutankamón ya tiene su culebrón
Sociedad
Los arqueólogos, divididos ante la posibilidad de que tras la tumba del «faraón niño» esté la de la reina Nefertiti, se lanzan acusaciones de falta de rigor
18 May 2016. Actualizado a las 05:00 h.
Lo que se presumía como uno de los prometedores descubrimientos para la egiptología en el siglo, el hallazgo de otra tumba dentro de la última morada del faraón Tutankamón -rey niño de la XVIII dinastía e hijastro de Nefertiti- se ha venido desinflando mes a mes. La teoría del arqueólogo Nicholas Reeves de que había grietas que hablaban de una posible entrada secreta a otras estancias dio la vuelta al mundo y consiguió el rápido apoyo de Egipto, necesitado de turismo.
Pero la hipótesis de Reeves fue puesta en entredicho. Principalmente por el exministro egipcio de Antigüedades, el polémico Zahi Hawas, que calificó de «patraña» la teoría de Reeves. Pero en el Gobierno ya no estaba Zawas, así que el ministro Al Damati dio luz verde a la investigación y la tumba KV62 fue abierta para Reeves, que se ganó la confianza de Al Damati hasta el punto de comprometerse a que un radar japonés escaneara a conciencia el hipogeo de Tutankamón.
Los primeros resultados fueron esperanzadores. El propio Al Damati dijo que estaba seguro, «al 90 %» de que algo había tras la tumba del rey niño. El experto del Radar de Penetración del Terreno (GPR), el japonés Hirokatsu Watanabe, aseguró en una segunda incursión que había mínimo dos estancias, y que el radar decía que en ellas había material orgánico y metal. Hubo un tercer estudio, pero este dejó más dudas que otra cosa, por lo que el nuevo ministro egipcio de Antigüedades, Jaled Al Anani, pidió profundizar en las investigaciones, estudios que sí se harán pero sin tanta publicidad.
La división entre los arqueólogos y el debate abierto por la teoría de Reeves fue más visible hace diez días, cuando se reunió en El Cairo lo más granado de la Egiptología, cita a la que no faltó ni Reeves ni el propio Zahi Hawas. La tensión que se vivió en la II Conferencia Internacional sobre Tutankamón en El Cairo fue inusual. Hawas lanzó duras acusaciones contra Reeves, criticando su hipótesis y diciendo que no tenía base científica alguna. Además, Hawas dijo que, aun suponiendo que hubiera algo detrás del hipogeo, «no puede ser Nefertiti». Los dardos envenenados del exministro también tuvieron otra diana: la del japonés Watanabe y su radar, del que puso en duda su rigor y metodología. Tampoco se libró su ex colega Al Damati, cuya gestión en el caso calificó de nefasta y al que acusó de mostrar tibieza con el arqueólogo británico.
Reeves y Watanabe, perplejos ante los ataques en la conferencia, no quisieron que la cosa fuera a más y guardaron silencio. No así Al Damati, quien ahora ya asegura que algo puede haber, pero rebajó las expectativas al 50 %. Mientras, Egipto permitirá que Reeves continúe, eso sí, sin técnicas invasivas que dañen la tumba. O tendrán que escuchar de nuevo a Hawas.