Portugal declara la guerra al azúcar
Sociedad
El Gobierno reduce el contenido de los sobres para endulzar y sube las tasas de los refrescos para frenar el alarmante avance de la diabetes
20 Mar 2017. Actualizado a las 20:50 h.
El Gobierno de Portugal, presidido por el socialista Antonio Costa con apoyo parlamentario del Bloco de Esquerda y del Partido Comunista, está dispuesto a hacer todo lo que haga falta, por la vía legal, para bajar el consumo excesivo de azúcar, una de las razones apuntadas por los médicos lusos del alarmante aumento del número de diabéticos, que sitúan al país a la cabeza de Europa en esta enfermedad. Para ello, desde enero se ha reducido el contenido de los sobres de azúcar de las cafeterías: de los ocho gramos anteriores a los cinco actuales. En el país de los golosos y de los de cafeteros, donde se bebe una media de tres o cuatro cafés solos por día, la medida está suscitando muchas críticas, sobre todo entre la población de más edad.
Portugal es uno de los países de la UE que consumen más azúcar por habitante desde la niñez. No solo se trata del café, también sus famosos postres y la cantidad de refrescos que se consumen. Esa dieta ha llevado a este estado a las primeras posiciones europeas en el número de diabéticos y también en la incidencia del colesterol en la infancia. Por dicho motivo, y al amparo de la normativa europea, el Ejecutivo central penaliza desde unos meses, con la denominada fat-tax, los refrescos y bebidas que superen los niveles de azúcar y edulcorantes establecidos por Bruselas, el Ministerio de Sanidad luso y la Organización Mundial de la Salud. Hasta que se impuso la drástica medida entre los fabricantes y distribuidores de bebidas, en todo el territorio luso los refrescos de las marcas más internacionales tenían un sabor más dulce que en España y que en otros países europeos. Lo mismo ocurría con los yogures y con muchos postres lácteos.
Hábitos de consumo
Dos conocidos cafés del Barrio de Campo de Ourique, de Lisboa, están llenos a rebosar de familias y de personas de diferentes edades que desayunan con placer sus bollos, tostadas y pasteles acompañados de un café solo, una «meia de leite», café con leche, o de leche con chocolate, en el caso de los niños. Sofía Nunes, jubilada, no está de acuerdo con la medida: «Ya ve, han reducido el número de azúcar en los sobres y en los mismos cafés ahora ponen dos, en lugar de no para los clientes, porque uno no nos llega», se ríe. Mariana Gonçalves, madre de familia que desayuna con sus dos hijos pequeños, explica: «Me parece muy bien que el Gobierno penalice el exceso de azúcar, los portugueses somos muy golosos, tenemos una excelente pastelería conventual y nos pasamos en el consumo de azúcar diariamente». También apunta a la responsabilidad de los padres. «Tenemos la llave de educar a nuestros hijos con unos hábitos saludables en su alimentación, no solo los políticos», sostiene. Pedro Pinto, encargado del café, considera que «la nueva normativa está muy bien». Pero ve difícil cambiar ciertos hábitos de consumo: «Lo que veo detrás de la barra es que a mis clientes, sobre todo a los que superan los cincuenta años, les encanta el azúcar y va a ser muy difícil cambiar sus costumbres de un día para otro».
Siguiendo la política de combatir los malos hábitos de alimentación entre las nuevas generaciones, en Portugal, desde el 1 de abril, desaparecerán de los expendedores automáticos de venta de comida, en la calle, estaciones de metro, ferrocarril, autobús, aeropuertos, centros de salud y colegios, los alimentos con niveles altos y no permitidos de sal azúcar y grasas.
Desde mayo, en los comedores públicos de los centros escolares se incluirá más verdura en los menús semanales e incluso se introducirá vegana, entre los escolares que así lo soliciten.