La Voz de Galicia

¿Y ahora Suecia reniega del vanadio?

Sociedad

Miguel Barral

Un cúmulo de «desgracias» privó al español Andrés Manuel Del Río del reconocimiento del descubrimientto del elemento químico

12 Aug 2019. Actualizado a las 16:35 h.

El titular escogido es un guiño que se aprovecha de que los agricultores suecos de Österlen se opongan a la apertura de una mina de vanadio en sus terrenos de labranza para recuperar la historia del (no) descubrimiento de dicho elemento químico y reivindicar que, por mucho que los suecos se hayan apuntado el tanto, el primero en descubrir el vanadio fue el español Andrés Manuel Del Río. A quien, no obstante, un cúmulo de «desgracias» privó de tal reconocimiento. Esta es su historia.

Tras cursar estudios primero en Madrid y luego en París, en 1794 Andrés Manuel Del Río se trasladó a América para ejercer de profesor de mineralogía en el recién fundado Colegio de Minería de Ciudad de México, entonces la primera escuela técnica del Nuevo Mundo. Un año después publicaba sus Elementos de Orictognosia, primer libro de texto de mineralogía publicado en América y que le granjeó fama.

Durante su estancia en México, Del Río comenzó a estudiar el mineral vanadinita procedente de las minas de Zimapán. Al analizarlo, en 1801, descubrió la presencia de un nuevo elemento químico de naturaleza metálica, al que en primera instancia bautizó como pancromio o eritronio (o eritrono, que esto nunca ha quedado del todo aclarado). Aprovechando la visita al país del ilustre Alexander von Humboldt, considerado el más importante científico de su tiempo, el investigador español le confió una muestra del mineral y las notas con su análisis, descubrimiento y el procedimiento empleado para ello a fin de que las llevase a Europa, para que se confirmase y certificase su descubrimiento y para la publicación del mismo en las revistas más prestigiosas.

Sin embargo, el barco en el que viajaba gran parte del equipaje y el material recopilado por Humboldt, incluidas las notas de Del Río, naufragó. Humboldt sólo conservó la muestra, que entregó al químico francés Collet-Descotils para que la analizase y certificase el descubrimiento de Del Río. Sin embargo, este concluyó, de manera equivocada, que el presunto nuevo elemento era en realidad cromo, descubierto apenas unos años antes, en 1797, lo que desacreditaba la investigación de Del Río. Puesto en conocimiento de ello, aunque en un principio Del Río mostró su desacuerdo, al final se resignó a aceptar los resultados de Collet y reclamó que, al menos, fuese reconocido como el primero en descubrir cromo en América. Dicho sea de paso, Del Río nunca perdonó a Humboldt por haber sido tan irresponsable para naufragar precisamente cuando llevaba sus notas y que al hundirlas, también «lo hundiese a él en la miseria».

Este cúmulo de desgracias y equivocaciones permitió que 30 años más tarde el químico sueco Nils Sefström redescubriese el vanadio en una muestra de magnetita. Por lo que fue designado como su descubridor. Poco después Wöhler demostraba que el elemento aislado por Sefström era idéntico al presente en la muestra de vanadita enviada por Del Río tres décadas atrás. Pero ni con esas se le restauró a Del Río la prioridad del descubrimiento. Algo en lo que tuvo mucho que ver que el español permaneciese en el lejano México y también la reputación, tradición y prestigio de la química (y de los químicos) sueca, que en esa época estaba a la cabeza de la investigación en esta ciencia. Aún hubo de pasar bastante tiempo antes de que se considerase a Del Río si no como el verdadero descubridor del vanadio, al menos sí como codescubridor del mismo. Así que no me vengan ahora los suecos no queriendo saber nada del vanadio. Como dice la expresión «de perdidos, al Río».


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